TE RECOMENDAMOS

Un campamento de detención de emergencia que se abrió en junio en el desierto de Texas para atender a un flujo excesivo de niños y jóvenes migrantes no muestra indicios de que vaya a cerrarse, a pesar de que se supone que sería temporal.

En la actualidad hay más 2.300 adolescentes en el interior de las carpas, en espera de ser entregados a sus familias para la Navidad. Sin embargo, algunos han estado allí durante meses y, a medida que los ánimos se desgastan, reciben un apoyo mínimo de salud mental.

Mientras tanto, los contribuyentes estadounidenses pagan una factura de más de 1.200 dólares al día por cada menor de edad detenido allí.

El gobierno de Donald Trump anunció en junio que inauguraría este refugio temporal para albergar hasta 360 menores migrantes en este rincón aislado del desierto de Texas. Menos de seis meses después, el centro se ha convertido en un campamento de detención que retiene a miles de adolescentes, y muestra todos los indicios de que se está convirtiendo en un centro de detención permanente.

Para el lunes, 2.349 jóvenes de 13 a 17 años de edad, en su mayoría centroamericanos, dormían dentro de las instalaciones, altamente vigiladas, en filas de literas ubicadas en tiendas de campaña de lona, algunas de las cuales alguna vez albergaron a los equipos de respuesta rápida durante el huracán Harvey. Más de 1,300 adolescentes llegaron desde finales de octubre solamente.

Levantándose entre los campos de algodón y los caminos polvorientos no lejos de la valla oscura que marca la frontera entre Estados Unidos y México, el campamento tiene filas de tiendas de campaña de color beige y carros de golf que transportan a los empleados que portan walkie-talkies. Los adolescentes con cortes de pelo idénticos y camisas y pantalones de gobierno son vistos caminando en fila india de tienda en tienda, flanqueados por personal al frente y atrás.

Foto: EFE

Hay más detenidos en el campamento de Tornillo que en todas menos una de los 204 prisiones federales del país. Y la expansión continúa.

La población del campamento podría aumentar si los miembros de la caravana de migrantes centroamericanos logran ingresar a Estados Unidos. Las autoridades federales han dicho que podrían transportar por avión a adolescentes de la caravana de San Diego a El Paso y de allí llevaros en autobuses a Tornillo, según un empleado de una empresa sin fines de lucro que ofrece servicios sociales, que habló a condición de no ser identificado porque no estaba autorizado a comentar el tema en público.

Una investigación de la Associated Press reveló que el rápido crecimiento del campamento plantea una serie de problemas, incluidos:

  1. Los costos parecen ser un 50% más altos de lo que había dicho el gobierno; lo que empezó como una emergencia, un refugio para 30 días, se transformó en un enorme campamento que puede costarle a los contribuyentes más de 430 millones de dólares.
  2. El gobierno permite que organizaciones sin fines de lucro manejen el campamento para evitar tener que cumplir con requisitos relacionados con la salud mental de los detenidos: Las leyes federales indican que los refugios de jóvenes migrantes deben tener un terapeuta por cada 12 menores, pero empleados del campamento dijeron a la AP que hay uno por cada 50.
  3. Será casi imposible cumplir con el objetivo inicial de cerrar el campamento de Tronillo para el Año Nuevo: No hay 2.300 camas disponibles en otras instalaciones. Un contrato obtenido por la AP indica que se planea mantener el campamento hasta el 2020. El cierre ya ha sido demorado en tres oportunidades.

Los adolescentes de Tronillo no fueron separados de sus familias en la frontera recientemente. Están detenidos en cumplimiento de políticas rígidas que dieron paso al arresto de 14.000 migrantes menores de edad, que han llenado las instalaciones de todo el país. Casi todos vinieron de América Central para unirse con familiares que ya vivían en Estados Unidos.

Algunos menores están detenidos en Tronillo desde la apertura del campamento en junio. A medida que aumentan la población adentro de este sitio cercado por alambres de púas y las estadías de los menores se hacen más largas, cunde la angustia entre los jóvenes.

“Las pocas veces que me dejaban llamar a mi mamá le decía que algún día sería libre, pero la verdad es que sentía que iba a estar aquí el resto de mi vida”, expresó a la AP un joven hondureño de 17 años que estuvo en Tornillo. “Me siento mal por los chicos que siguen allí. ¿Qué pasa si tienen que pasar la Navidad allí? Necesitan se abrazados y allí no permiten que nadie te abrace”.

Luego de que familiares suyos sorteasen una intensa averiguación de antecedentes, el chico fue liberado, pero dice que todavía tiene pesadillas y sueña que está adentro. Habló a condición de no ser identificado por temor a represalias de las autoridades de inmigración.

El encierro y el cuidado de tantos menores es complicado. De día, los supervisores vigilan las comidas, las duchas y otras actividades de los chicos en esta árida tierra con distintos niveles de seguridad. De noche, las más de 150 carpas son vigiladas e iluminadas por reflectores.

La agencia de servicios sociales sin fines de lucro contratada para manejar Tornillo dice que se enorgullece de su trabajo. Asegura que opera la instalación con la misma precisión y cuidado con que opera refugios para después de desastres naturales.

“No tenemos nada que esconder. Esta es una operación manejada de forma excepcional”, sostuvo Krista Piferrer, portavoz de BCFS Health and Human Services, una organización religiosa que administra el campamento de Tornillo. “Esta no es la primera vez que hacemos esto”.

Un vocero del Departamento de Salud y Servicios Humanos, Mark Weber, dijo que no se ha tomado una decisión respecto a si el campamento será cerrado a fin de año, como estaba previsto.

Google News

TEMAS RELACIONADOS