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La ciudad de Nueva York pintó el jueves el eslógan "Black Lives Matter" (Las vidas negras importan) en letras gigantes frente a la Trump Tower, sobre la icónica Quinta Avenida, replicando pintadas similares en apoyo al movimiento contra el racismo en otras ciudades estadounidenses.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no comentó inmediatamente el mural de inmensas letras amarillas pintado frente a su residencia personal y sede de su grupo inmobiliario.

El mes pasado, cuando el plan del alcalde Bill de Blasio fue divulgado, acusó a los demócratas de "denigrar" la lujosa avenida "con un símbolo de odio". El alcalde respondió que quería que el presidente viera "tres palabras por las cuales no siente ningún respeto".

Una decena de voluntarios de diferentes organizaciones pintaron el eslogan bajo la mirada atenta de unos pocos policías y muchos periodistas, y al final, el alcalde y el reverendo Al Sharpton, líder de los derechos civiles, se sumaron a ellos para dar unos pincelazos.

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"Una pintura es un lindo símbolo, pero no enfrenta el racismo sistémico de ninguna manera. Tan chévere como es, es importante concentrarse en eso", opinó Francie Brewster, una joven de 17 años que participó en las recientes protestas contra el racismo y presenció la pintada.

Otros murales similares en apoyo al movimiento BLM, que lidera la lucha contra el racismo y la brutalidad policial contra ciudadanos negros tras semanas de masivas manifestaciones, surgieron en varias ciudades.

A comienzos de junio, la alcaldesa de Washington DC, Muriel Boswer, bautizó una sección de la calle 16, a una cuadra de la Casa Blanca y zona de manifestaciones anti racistas, como "Plaza Black Lives Matter", y develó para la ocasión un gran mural amarillo pintado en la calzada.

Las protestas fueron desatadas por la muerte de un hombre negro, George Floyd, a manos de un policía blanco en Minneapolis el 25 de mayo.

Trump vivió en un tríplex de la Trump Tower, un lujoso rascacielos en la Quinta Avenida y la calle 57, hasta que se mudó a la Casa Blanca en enero de 2017.

Las raras veces que visita Nueva York, un feudo demócrata donde no es querido, es allí donde se queda.

Trump choca a menudo con el alcalde de Blasio, así como con el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ambos demócratas.

El año pasado, el presidente republicano cambió su residencia oficial a su complejo hotelero Mar-a-Lago en Florida.

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