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ZAPOPAN, JAL., mayo 22 (EL UNIVERSAL).- El fin del ayuno por ver a Chivas en una final cimbró el estadio rojiblanco. Cánticos, porras y éxtasis acompañaron la celebración de la parcialidad rojiblanca. Un microsismo en plena Perla de Occidente.
Los jugadores del Rebaño agradecieron el apoyo con aplausos y los ojos llorosos al término del encuentro ante Toluca. Solitario, como polo opuesto a la fiesta del Guadalajara, Antonio Naelson "Sinha" quedó arrodillado en el campo. Fue su último partido como profesional. La celebración de los seguidores tapatíos se extendió hasta La Minerva, recién restaurada.
Durante el juego, la afición del Guadalajara no tardó mucho en encontrar el objetivo de sus reproches. La figura de Rubens Sambueza, jugador del Toluca, enardeció a la parcialidad rojiblanca.
Y sí, hubo rencor hacia el naturalizado mexicano. En el estadio Chivas no olvidaron que el volante escarlata fracturó al rojiblanco Isaac Brizuela, en la fase regular. “¡Puerco, puerco!”, expresaron los ocupantes de la grada chiva, en cuanto el ex americanista saltó al césped.
Extrañan el Jalisco. La parcialidad local no tiene nada en contra del moderno estadio Chivas. Sólo mantuvo la nostalgia por el Jalisco, el antiguo hogar.
El coloso de la calzada Independencia tenía "un sabor más futbolero, como que pesaba más", reconocieron los fieles rojiblancos. "Es un estadio más viejo en donde jugaba el equipo antes, pero tenía una vibra que enganchaba más al público y el visitante sufría", analizó Roberto Salgado, de 45 años y aficionado de Chivas.
Mientras que Missael Espinoza, ex jugador del Guadalajara en los 90, afirmó en la explanada del estadio que el público tardó en acoplarse al recinto, sin embaro, “debe comenzar a pesar” en Liguilla.

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