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The Atlantic compartió que ha surgido una tendencia extraña en los campos universitarios de los Estados Unidos dirigido por los mismos estudiantes que pretende limpiar las instituciones educativas de palabras, ideas y materias que incomoden o sean ofensivos para algunos.

A partir del inicio del movimiento en contra de ideas, temas o palabras ofensivas se han creado nuevas terminologías.

Microaggression, acciones o palabras que no tiene malas intenciones, pero que son considerados como un tipo de violencia. Por ejemplo es considerado una microaggression preguntarle a un asiático o latinoamericano "¿Dónde naciste?", porque esto implica que él o ella no es considerado un verdadero estadounidense.

Por ejemplo, algunos estudiantes se niegan a leer  a Chinua Achebe por que habla en su obra de violencia racial y a F. Scott Fitzgerald autor de El gran Gatsby pues retrata la misoginia y el abuso físico, por lo que los estudiantes que han sido víctimas anteriormente del racismo o la violencia doméstica pueden optar por evitar estas obras, que a su juicio podrían " activar" una recurrencia de traumas pasados​​.

Sin embargo, los psicólogos opinan diferente cuando algo produce ansiedad se debe enfrentar para vencer así el miedo y no evitarlo pues eso puede llevarlo por el camino equivocado.

Está nueva modalidad no permite tocar ciertos temas en clase ni siquiera para ponerlos a discusión.

Hay un dicho común en los círculos de educación: No enseñar a los estudiantes que pensar, mejor enseñarles a pensar. La idea se remonta por lo menos a Sócrates. Hoy en día, lo que llamamos el método socrático es una forma de enseñanza que fomenta el pensamiento crítico, en parte por animar a los estudiantes a cuestionar sus propias creencias no examinadas, así como la sabiduría recibida de quienes les rodean. Tal cuestionamiento a veces lleva a la incomodidad, e incluso a la ira, en el camino a la comprensión.

Está actitud protectora enseña a los estudiantes a pensar de una manera muy diferente. Se les prepara mal para la vida profesional, que a menudo exige un compromiso intelectual con la gente y las ideas que uno podría encontrar desagradable o de mal gusto.

Una cultura universitaria dedicada a la vigilancia de la expresión y a castigar probablemente conducirá a patrones de pensamiento que son sorprendentemente similares a los identificados por terapeutas cognitivo-conductuales como causas de depresión y ansiedad.

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