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En una maniobra comunicacional sin precedentes desde el inicio de la nueva administración Trump en enero de 2025, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China publicó un video subtitulado y narrado en inglés, dirigido abiertamente al mandatario estadounidense y su estrategia comercial.
El mensaje, cargado de simbología y tono desafiante, acusa a Donald Trump de encabezar una política de acoso económico global. En el video, China no se limita a una defensa pasiva: llama a otras naciones a no arrodillarse, asegurando que ceder ante Estados Unidos es comparable a “beber veneno para calmar la sed”.
El video evita mencionar los recientes aranceles del 145% impuestos por Washington a productos chinos, así como los del 125 % que Pekín impuso como represalia, pero el contexto es claro: el discurso audiovisual es una reacción directa al endurecimiento de la política arancelaria de Trump.
Las referencias históricas al colapso económico de empresas como Toshiba y Alstom, así como a la recesión prolongada japonesa, pretenden ilustrar el costo de someterse a presiones económicas lideradas por Estados Unidos.
La narrativa que construye China en este video busca reposicionarla como líder del libre comercio global. Se presenta como un refugio económico seguro, contrastando con una imagen de Estados Unidos como potencia inestable e impredecible.
El mensaje resuena más allá del conflicto bilateral: apela a una reconfiguración del orden económico global en el que Washington pierda protagonismo, y países emergentes encuentren en China un socio confiable frente al “tigre de papel”, como califican al liderazgo estadounidense.
Aunque el video omite intencionadamente los detalles técnicos del conflicto arancelario, su publicación coincide con declaraciones recientes del presidente Trump y de su secretario del Tesoro, Scott Bessent.
Ambos reconocieron la insostenibilidad de los aranceles actuales y han abierto la puerta a posibles reducciones si China presenta una “oferta sólida”. Sin embargo, mientras la Casa Blanca sugiere disposición a negociar, Pekín insiste en que no hay conversaciones activas. Esta disonancia pública entre ambas potencias contribuye a un ambiente de tensión, incertidumbre y fragmentación diplomática.
En paralelo, la administración Trump ha entablado conversaciones comerciales con al menos 17 países distintos durante una moratoria de 90 días sobre aranceles recíprocos. Este movimiento estratégico sugiere que Washington busca diversificar alianzas comerciales, al mismo tiempo que presiona a Pekín mediante aislamiento indirecto. No obstante, el llamado de China a la comunidad internacional para rechazar la hegemonía estadounidense podría entorpecer esa estrategia si encuentra eco en bloques regionales como el Sudeste Asiático, África o América Latina.
China y Estados Unidos escalan hacia una guerra de narrativas
La publicación del video no solo es un gesto propagandístico: es una pieza calculada dentro de una guerra de narrativas que se libra en paralelo a los movimientos comerciales. China entiende que, en 2025, la diplomacia se ejecuta también a través del lenguaje mediático. La decisión de usar el inglés como idioma del mensaje busca incidir directamente en la opinión pública occidental, con especial énfasis en Estados Unidos y Europa, donde se cuestiona cada vez más la viabilidad de una política proteccionista agresiva.
Además, el mensaje busca posicionar a China no como víctima, sino como alternativa. En un mundo donde la multipolaridad se impone, Pekín se presenta como actor central para una nueva arquitectura económica. La frase “alguien tiene que dar un paso al frente, antorcha en mano” no es solo metáfora: es una declaración de intenciones geopolíticas, en un momento donde los liderazgos globales atraviesan crisis de legitimidad y cohesión.
El tono desafiante refleja también una evaluación interna de la política estadounidense bajo Trump. China entiende que, aunque las sanciones actuales son severas, la propia administración está reconociendo su inviabilidad. La esperanza de Pekín es que esta contradicción erosione la postura negociadora de Washington y empuje a terceros países a replantearse su alineamiento económico.
El video también parece anticiparse a una nueva ronda de presión diplomática por parte de Estados Unidos. Al exponer públicamente el patrón histórico de sanciones que, según China, han destruido industrias extranjeras, busca evitar que otros países cedan ante Washington por miedo al aislamiento. Es una estrategia preventiva, pero también audaz: la confrontación ya no se libra únicamente en las salas de negociación, sino ante la opinión pública internacional.