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China: el PMI industrial se desploma y Beijing busca contener la crisis sin ceder ante Washington

El sector manufacturero de China sufrió en abril su mayor contracción desde diciembre de 2023, empujado por los aranceles del 145% impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump.

China: el PMI industrial se desploma y Beijing busca contener la crisis sin ceder ante Washington. Foto iStock / MattGush
30/04/2025 |17:24
Sonia Ariadna Pérez Barrón
Periodista y fotógrafaVer perfil

La industria manufacturera de China registró en abril su peor desempeño en más de un año, en medio del endurecimiento arancelario impuesto por el presidente . El índice oficial de gerentes de compras (PMI) cayó a 49,0 puntos, el nivel más bajo desde diciembre de 2023, confirmando una contracción significativa de la actividad fabril. Esta caída refleja no solo la fragilidad estructural de la economía china, sino también el impacto inmediato de los aranceles estadounidenses del 145 % sobre productos clave del comercio bilateral.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística de la desaceleración se debe a “cambios bruscos en el entorno externo”, una alusión directa a las barreras comerciales impuestas por Washington. El efecto ha sido devastador: los exportadores chinos comenzaron a reportar cancelaciones masivas de pedidos, suspensiones de producción y debilitamiento de la demanda internacional. A esto se suma un descenso crítico en el subíndice de nuevos pedidos de exportación, que cayó a 44,7 puntos, nivel no visto desde la fase final de la pandemia de COVID-19.

Esta retracción pone mayor presión sobre las autoridades chinas, que ya enfrentan una economía tensionada por el bajo consumo interno, una prolongada crisis inmobiliaria y un mercado laboral en enfriamiento. Aunque los sectores de servicios y construcción mostraron una leve expansión, con un PMI de 50,4, la tendencia general apunta a una desaceleración sincronizada. El gobierno ha adoptado medidas selectivas desde finales del año pasado —como mayor acceso al crédito y programas de incentivo al consumo— pero hasta ahora ha evitado estímulos de gran escala.

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Ante esta realidad, los analistas de Morgan Stanley advierten que el impacto de los aranceles será más severo durante este trimestre, ya que muchas empresas aún están ajustando sus operaciones. En un informe reciente, Robin Xing, economista jefe para China en la firma, alertó que el enfoque actual de Beijing sigue siendo reactivo y más centrado en la oferta que en la demanda. La falta de una política fiscal agresiva o de una respuesta industrial contundente debilita la capacidad de contención frente a las turbulencias externas.

Mientras tanto, el gobierno chino ha endurecido su retórica. El canciller Wang Yi desestimó cualquier negociación arancelaria con Estados Unidos y acusó a Washington de “abusar” de su posición económica global. Un video difundido por el Ministerio de Asuntos Exteriores chino llama abiertamente a otros países a hacer frente a las presiones comerciales de . En paralelo, el presidente Trump declaró en entrevista con ABC News que “China merecía estos aranceles” y que el gravamen del 145 % “los dejaría fuera del mercado estadounidense”.

Los aranceles de Trump aceleran el deterioro industrial chino

El desplome del sector manufacturero chino expone no solo la vulnerabilidad de una economía altamente dependiente de las exportaciones, sino también el punto de quiebre al que puede llevar una guerra comercial prolongada sin mecanismos de contención. Si bien Trump ha utilizado los aranceles como instrumento de presión geopolítica, sus efectos están comenzando a desestabilizar uno de los pilares fundamentales de la economía global: el flujo industrial asiático.

El escenario se torna particularmente complejo si Beijing, como parece, opta por resistir políticamente en lugar de negociar comercialmente. La narrativa oficial del régimen chino ha pasado del cálculo diplomático a la confrontación simbólica. Lejos de buscar una tregua, el gobierno central prefiere reforzar su legitimidad interna proyectando fortaleza frente a las agresiones externas. Esta postura, aunque útil para cohesionar al aparato político, limita seriamente la capacidad de recuperación industrial en el corto plazo.

Por otro lado, Estados Unidos también camina sobre una cuerda floja. El encarecimiento de productos chinos, especialmente en sectores como tecnología, autopartes, textiles y bienes de consumo, podría generar una inflación importada en segmentos sensibles para el consumidor estadounidense. El impacto aún no es total, pero si los aranceles se mantienen durante el segundo semestre de 2025, el precio pagado por Trump no será solo diplomático, sino también económico y electoral.

Lo más preocupante no es la caída del PMI, sino la posibilidad de que esta contracción se vuelva estructural si no se revierte la hostilidad comercial. La interdependencia entre China y Estados Unidos no desaparecerá por decreto. A medida que el conflicto se transforma en una carrera de desgaste, los mercados podrían reaccionar con mayor volatilidad, la inversión directa extranjera seguiría replegándose, y el comercio global entraría en una fase de fragmentación más difícil de revertir.