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Ante una polémica que el curador Cuauhtémoc Medina describió como "arquitectura del ruido", Jill Magid reiteró que la exhumación y elaboración del anillo fue su homenaje a Barragán y que, a quienes piden la destrucción del diamante y su regreso a la urna ella responde que éste es un trabajo artístico y que destruirlo equivale a una censura, un intento por silenciar.
Estas fueron algunas de las primeras intervenciones de los seis participantes de la mesa "Obra arte y ley", un debate que llenó el auditorio del museo y que fue seguido por más de nueve mil personas en redes sociales y vía streaming.
Jill Magid inventó un cuento donde armó un triángulo amoroso, definió Enrique de Anda: "La artista aparte de generar una discusión entre lo público y lo privado, y después Cuauhtémoc (Medina) añadió el asunto de la intervención de las instituciones de poder sobre la custodia de los bienes patrimoniales", señaló el investigador.
Un debate que tuvo contradicciones, reiteraciones y pocas nuevas respuestas; que podría conducir a reformas de ley en materia del destino de los restos humanos y las cenizas, y de la protección de archivos de arquitectura, pero eso aún es temprano para saberlo.
Posiciones opuestas
Un debate que tuvo entre el público a dos miembros de la familia Barragán, que vinieron desde Guadalajara: Emma Barragán Flores y Alfredo Vázquez Barragán, cada uno con opiniones opuestas sobre el proceso; a la escritora Adriana Williams que fue gran amiga de Barragán y, también, heredera, y que expresó a los medios que era horroroso lo que se había hecho pues Barragán "era un hombre que protegía su privacidad".
Así mismo estuvieron en el auditorio intelectuales y artistas como Miquel Adrià, Alberto Ruy Sánchez, Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural, entre otros.
Los abogados Ismael Reyes Retana y Luis Vega García también formaron parte del debate y sus posiciones fueron opuestas. Reyes Retama sostuvo que todo el proceso se llevó con apego al derecho; Vega García advirtió de presumibles contravenciones al principio de legalidad.
El diálogo, que en gran medida mantuvo los tiempos y formatos establecidos, generó algunos aplausos y apoyos del público, sobre todo para el curador y la artista.
El conductor, Ricardo Raphael, dejó abiertas preguntas y temas acerca de cuál habría sido la decisión del propio Barragán sobre el destino de sus cenizas, y retomó a Enrique de Anda en su cuestionamiento sobre la falta de una política de preservación de archivos en México.
El debate fue más allá del Museo e involucró hasta a la actual secretaria de cultura, María Cristina García Cepeda, que de acuerdo con César Cervantes fue informada sobre estos hechos (cuando era directora del INBA) y no dijo nada.
También tuvo interpelaciones, por ejemplo, Medina cuestionó a Cervantes su cambio de posición sobre el proyecto que conocía, como amigo de Magid. "Usted pudo intervenir para que no ocurriera (la exhumación) y de pronto cambió radicalmente en sus posiciones".
Según Cervantes, en agosto del año pasado conoció el proyecto a partir de lo publicado por The New Yorker.
Entre el público estaba Roberto Morris, quien ha sido opositor a este proyecto de Magid y quién entregó a los periodistas un documento sobre las "Contradicciones e inconsistencias en la exposición". Él cuestionó la venta de obras de Magid que circula en internet, directamente a Magid.
La artista, que intervino menos que el curador, defendió su proyecto, que incluye piezas que sí se venden y que ubicó en la historia de los Ready Made.
De Anda recalcó que la obra de Barragán no es desvirtuada con esta pieza, pero que lo que sí hizo el proyecto de Magid es que "vulgarizó el símbolo de la memoria de Barragán".

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