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A sus 68 años de edad, el poeta reconoció que tendría que pasar la mayor parte de su concierto sentado por recomendación médica. Pero qué más da cuando la voz de lija está intacta, los coros están coordinados y la misión principal es que antes de morirse hay que vivir la vida un poquito.
El añejamiento del español es superficial, porque los ánimos, el humor y la picardía están presentes. Sabina empezó negándolo todo y así con la música nueva reconoció que siempre lleva a México y más cuando vuelve a la madrastra patria, confesó lo especial que es el Auditorio Nacional para él y para sus músicos.
El recital incluyó “Quien más quien menos”, “Posdata”, “No tan deprisa” y “Que estoy haciendo aquí”, entre otros, que serían aplaudidos por los casi 10 mil asistentes al recinto capitalino. Sabina, en un traje color púrpura, se paseó por el escenario, cantó, cantó, cantó y también habló.
Incluso advirtió que este concierto tendría varias de las canciones del nuevo disco que le da título a la gira y terminó reconociendo que esta es la primera vez que le es infiel a sus músicos que lo han acompañado.
“Los grupos duran menos que los matrimonios. Llevamos más de 30 años trabajando juntos, yo quería ponerles los cuernos con gente más joven y están muy celosos”, comentó.
Recordó con pesar a las pérdidas que ha tenido la música, a sus colegas que han muerto les dedicó las canciones: “Lágrimas de mármol”, “Noches de domingo”, “Y sin embargo”, entre otros temas. Recordó también al fallecido escritor colombiano, Gabriel García Márquez y una de las últimas veces que lo vio y de la que contó, que ya no parecía el mismo.
“Me dijo: hace tiempo que no me hago caso”, recordó y de ahí dio pie a una de las canciones que interpretó Mara, su corista, mientras él desapareció del escenario. Volvió con una camisa diferente y sin el saco púrpura y de ahí la noche siguió con los poemas, los relatos y las canciones que le han dado un lugar en la música.

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