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El 13% de los pilotos de las aerolíneas comerciales de Estados Unidos podrían sufrir depresión y aproximadamente uno de cada cuatro reportan haber tenido pensamientos suicidas en las últimas dos semanas.

De acuerdo con una investigación publicada en la revista Environmental Health, que consultó a una amplia muestra de pilotos de aerolíneas acerca de su salud mental, un 13% de dichos trabajadores están deprimidos, pero son reacios a buscar tratamiento por temor a ser sancionados o a dañar sus carreras.

Dicho estudio fue impulsados por el suicidio en marzo de 2015 de un piloto de la aerolínea europea Germanwings, que acabó que acabó con la vida de los pasajeros. Los autores de la investigación buscaron medir la prevalencia de un desorden que afecta a más de uno de cada cinco estadounidenses en algún momento de sus vidas.

El estudio estuvo basado en correos electrónicos, boletines de noticias, anuncios y postales. Los investigadores reclutaron a 3 mil 485 pilotos comerciales en actividad para completar una encuesta anónima acerca de su salud.

De los 3 mil 278 encuestados, 426 se ubicaron en el umbral de la depresión probable. Setenta y cinco reportaron que, en las dos semanas previas, habían tenido pensamientos suicidas o habían sentido que sería mejor estar muerto.

Los pilotos que empleaban más medicamentos para dormir y aquellos que reportaron haber sido sometidos a acoso verbal o sexual, tenían mayor riesgo de presentar síntomas depresivos, según el estudio.

Las mujeres piloto, que representan sólo el 4% de la fuerza de trabajo de las aerolíneas comerciales de Estados Unidos, reportaron tener más días con mala salud mental y más depresión diagnosticada que los varones. Esa tendencia se corresponde con las tasas más altas de depresión de las mujeres que se evidencian en la población general.

Ante ello, los expertos de la industria señalan que se deben fomentar los programas para prevenir y tratar la depresión en esta fuerza de trabajo especializada. Sin embargo, esto no debería socavar la confianza del público en la habilidad de los pilotos para realizar su trabajo, sostienen los autores.

“Volar es seguro y este estudio no modifica eso”, aseguró Joseph G. Allen, uno de los autores sénior del reporte, quien estudia las exposiciones ambientales ocupacionales en la T.H. Chan School of Public Health de la Universidad de Harvard.

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