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Los sobrevivientes de ataques al corazón pueden mantener la actividad sexual, incluyendo la masturbación, ya que no desencadena nuevos episodios en pacientes con enfermedad cardiovascular declarada. La mala noticia es que muchos de los medicamentos que protegen a quienes poseen enfermedades coronarias, entre ellos los betabloqueantes y diuréticos, podrían provocar disfunción eréctil.

A decir de, un informe publicado esta semana en Journal of the American College of Cardiology ofrece algunos motivos para el optimismo, en medio de la confusión generalizada en Estados Unidos acerca de qué debe aconsejarse a quienes han sufrido un ataque cardíaco en cuanto a la actividad sexual.

El artículo informa acerca de un estudio que dio seguimiento a los patrones sexuales de 536 pacientes que ingresaron a un programa de rehabilitación después de sufrir un infarto de miocardio. Estas personas reportaron la frecuencia con que solían tener relaciones sexuales antes de su ataque cardíaco, y si habían tenido actividad sexual pocas horas antes de haber sufrido su crisis.

De ellos, sólo tres manifestaron haber tenido actividad sexual dentro de la hora de su ataque al corazón; cerca del 0.7% de las 438 personas que entregaron la información. Otros siete, cerca del 1.5%, reportaron haber tenido sexo entre tres y cinco horas antes del ataque.

"Parece muy poco probable que la actividad sexual sea un desencadenante del infarto de miocardio en esta población”, concluyeron los investigadores, con sede en la Universidad Ulm, en Alemania.

Durante los 10 años siguientes, los expertos llevaron un registro de cuántos participantes del estudio habían sufrido otro ataque cardíaco, fatal o no. Los médicos no recopilaron información de la actividad sexual de estas personas, pero asumieron, tal como la investigación sugiere, que la mayoría de los pacientes que eran sexualmente activos antes de un episodio coronario volverían a tener relaciones.

Los hallazgos sugieren que quienes habían tenido más sexo antes de su primer infarto eran menos propensos a sufrir otro. Los pacientes cardíacos que habían informado tener actividad sexual una o más veces por semana tenían menos de la mitad de posibilidades de sufrir otro episodio durante los 10 años posteriores, que aquellos que habían afirmado tener actividad sexual menos de una vez por semana.

Esto podría deberse a que quienes tenían relaciones sexuales más frecuentes eran de por sí, más saludables. Todos ellos eran, en promedio, más jóvenes y menos propensos a sufrir diabetes tipo 2 y obstrucción severa en los vasos sanguíneos, que aquellos cuya actividad sexual antes del ataque cardíaco era menos habitual.

Sin embargo, la evidencia no sugiere, en ningún caso, que tener relaciones sexuales sea un peligro para quienes han sufrido un ataque al corazón. La actividad sexual, según los autores, no es particularmente estresante para el corazón. Se trata de una actividad física comparable a subir dos tramos de escaleras, o a caminar a paso ligero.

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