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El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) será uno de los nodos estratégicos de conectividad aérea durante la , evento que reunirá a cientos de miles de aficionados, cuerpos técnicos y selecciones nacionales en Canadá, Estados Unidos y México.

Aunque el no se encuentra en ninguna de las ciudades sede del torneo, ha sido formalmente designado como “aeropuerto sede” para la recepción y salida de vuelos chárter, carga especializada y operaciones logísticas relacionadas con el evento deportivo más importante del planeta.

Gabriela Cuevas, representante mexicana en el comité organizador del Mundial 2026, confirmó que el AIFA será clave para las operaciones de movilidad de equipos, apuntando a su capacidad logística, infraestructura moderna y potencial de expansión.

“El AIFA no es ciudad sede, pero sí está considerado como aeropuerto sede”, subrayó Cuevas durante el Tianguis Turístico 2025. La decisión responde no solo a la necesidad de distribuir eficientemente el tránsito aéreo, sino también a la estrategia de descongestionar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) durante los días críticos del torneo.

El diseño operativo para la recepción de delegaciones internacionales contempla vuelos provenientes de múltiples continentes, incluyendo traslados de selecciones directamente hacia zonas de concentración, rutas chárter y aviones de carga con insumos técnicos y logísticos.

La mesa de trabajo correspondiente a infraestructura aeroportuaria ya ha comenzado a coordinar acciones con Migración, Aduanas, y autoridades del sector transporte para garantizar una experiencia fluida en los accesos, revisiones y conectividad terrestre hacia las sedes futbolísticas.

Según lo delineado por el comité organizador, las labores no se limitan a los aspectos técnicos del aeropuerto: también se está trabajando en rutas terrestres seguras, hospedaje cercano y servicios de restauración, especialmente en función de las delegaciones que tendrán escalas o estancias temporales.

El AIFA será, en muchos casos, el primer punto de contacto de varias selecciones nacionales con México, por lo que la imagen país está en juego desde el aterrizaje.

Asimismo, se evalúa la posibilidad de ampliar temporalmente la capacidad operativa del AICM para atender la sobredemanda que se anticipa en las semanas previas y durante el evento.

Esta medida incluiría ajustes en franjas horarias, coordinación interinstitucional, y nuevos protocolos para reducir cuellos de botella.

El trabajo conjunto con los gobiernos locales de las ciudades sede será determinante para que el sistema logístico funcione sin interrupciones, especialmente en el caso de movimientos entre México y Estados Unidos, donde se esperan traslados constantes por calendario compartido de partidos.

La imposición del AIFA en la Copa del Mundo de 2026

La designación del AIFA como aeropuerto sede del Mundial 2026 representa una oportunidad crítica para consolidar su relevancia en el sistema aeroportuario nacional, cuya aceptación pública ha sido hasta ahora desigual. Esta nueva responsabilidad implica una prueba de fuego: si el aeropuerto cumple con los estándares logísticos y operativos que exige un evento FIFA, podría modificar de forma estructural su imagen ante la opinión pública y los usuarios internacionales.

En términos geopolíticos, el Mundial de 2026 también es una oportunidad para que México redefina su infraestructura de movilidad a escala continental. La conectividad entre los tres países anfitriones exigirá una interoperabilidad sin precedentes entre sistemas aeroportuarios, migratorios y de transporte terrestre. En este sentido, el papel del AIFA no es solo funcional: es simbólico. Representa la apuesta de México por diversificar su logística aérea y por demostrar que puede sostener, junto a Estados Unidos y Canadá, un megaproyecto global con estándares de primer nivel.

Por otro lado, el enfoque de Gabriela Cuevas y el comité organizador en mesas técnicas de trabajo anticipa una gestión más profesional y menos improvisada que en eventos pasados. Involucrar a dependencias como Migración, Aduana y gobiernos estatales desde el diseño operativo es una señal positiva de coordinación interinstitucional. Sin embargo, el verdadero reto será en la ejecución, particularmente en la última milla logística: los traslados desde aeropuertos a estadios, la atención a medios internacionales, y la seguridad.

Si el AIFA supera con éxito este desafío, no solo contribuirá al éxito del Mundial: marcará un punto de inflexión en su legitimación como pieza clave del sistema aeroportuario mexicano. Pero si falla en atender con eficiencia las operaciones críticas que requiere un evento de esta magnitud, el costo reputacional será alto. El reloj ya corre: mayo de 2026 está a un año de distancia.

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