La emblemática isla de Miyajima, en el oeste de Japón, empezó a cobrar hoy un "impuesto de entrada" a sus visitantes en un, una iniciativa que se espera que adopten en adelante otras ínsulas del país.

La ciudad de Hatsukaichi, de la que forma parte la isla, empezó a recaudar este domingo un impuesto de 100 yenes (unos 0,63 euros ó 0,67 dólares) por persona en concepto de entrada, que se suma a la ya necesaria tarifa del ferry para llegar hasta el lugar, y del que estarán excluidos residentes, trabajadores en la isla y estudiantes.

La conocida como isla de Miyajima alberga el santuario de Itsukushima, Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1996 y donde se encuentra la icónica puerta "torii" rojo bermellón en mitad del mar que millones de turistas nacionales e internacionales buscan fotografiar cuando se desplazan al lugar.

La isla, que tiene una población de unas 1.400 personas, atrajo en 2019 (antes del cierre fronterizo del archipiélago nipón por la pandemia de la covid) a un récord de 4,65 millones de visitantes.

La subvención estándar del Gobierno local no está vinculada al número de visitantes, por lo que las autoridades consideran que es necesario asegurar una fuente de ingresos adicional para gestionar los gastos crecientes en gestión turística y fomentar un turismo sostenible y respetuoso en términos medioambientales.

La ciudad prevé que el nuevo impuesto genere unos 140 millones de yenes (885.000 euros/940.000 dólares) hasta finales de marzo de 2024 (cuando cierra el actual año fiscal japonés) que esperan destinar al mantenimiento de parques e instalaciones públicas como aseos.

Otras islas japonesas que atraen a un elevado número de turistas están contemplando implementar gravámenes similares, entre ellas la isla de Taketomi, en la prefectura de Okinawa (suroeste), que administra la isla Iriomote, Patrimonio Natural de la Humanidad; o la isla de Sado, en la prefectura de Niigata (noroeste), con aspiraciones también de convertirse en patrimonio universal.

Debate nacional

El debate acerca del sobreturismo ha llegado también al Gobierno central y desde septiembre funcionarios de varias entidades públicas, entre ellas del Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo, y del de Economía, Comercio e Industria, se han reunido con otras partes implicadas para analizar el asunto.

Entre las medidas que se han propuesto están la obligatoriedad de contratar un guía para visitar ciertas áreas, establecer cambios de tarifa en el transporte en función del tráfico, crear un sistema de taxis compartidos para turistas o promocionar cupones descuento para guiar a los visitantes a áreas menos concurridas.

Tras varios años paralizado por el cierre fronterizo de Japón a raíz de la pandemia de , el turismo internacional se están recuperando en el archipiélago, que recibió a 2,3 millones de visitantes de fuera del país en julio, en torno al 70 % de los niveles previos a la crisis sanitaria.

El regreso de los turistas supone una inyección para las finanzas japonesas, especialmente ante la actual debilidad del yen frente a otras divisas, lo que convierte al país en un destino más atractivo, pero la afluencia de visitantes ocasiona inconvenientes para los residentes locales, como transportes abarrotados, aglomeraciones o incidentes de traspaso de la propiedad privada, asuntos de los que viene quejándose especialmente la turística ciudad de Kioto.


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