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Maya Cooper es la responsable del 40% de la comida que será enviada al espacio.

El objetivo central de Maya y su equipo es lograr un balance entre la comida que les brinda gusto a los astronautas pero también salud.

El sodio por ejemplo, le agrega un sabor delicioso a la comida pero es necesario bajar las cantidades por razones de salud y no es fácil mantener el buen sabor.

En un ambiente sin gravedad el cuerpo nunca descansa realmente así que en el espacio se requiere de más energía, por lo menos unas 3,000 calorías al día se deben ingerir.

Para preservar la comida que se manda al espacio es necesario someterla a un proceso de calor y ahí la comida pierde algunos de sus nutrientes.

En la ciencia ficción los astronautas se alimentan con píldoras o diferentes líquidos viscosos y así fue en los programas iniciales de la NASA los astronautas comían semilíquidos de tubos de pasta de dientes y pequeños cubos empanizados con gelatina nada apetitosos.

Definitivamente el factor psicológico es muy importante y la gente no quiere comer una píldora que le de todo lo que necesita ni beber de un popote el liquido por así decirlo mágico. La comida debe ser apetitosa a la vista a los sentidos.

La comida ahora viene en paquetes con comida de verdad que se congelan en seco y se rehidratan a la hora de comer.

El menú cuenta con platillos como croquetas de cangrejo, pescado al curry y pudin de chocolate.

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