Tras seis años al frente del Gobierno y a 17 días de las elecciones generales, el primer ministro de Canadá, , parece haber perdido su encanto ante el electorado, con las encuestas cada vez más en contra y su imagen dañada por escándalos.

Según los datos a conocer este viernes por la firma de sondeos Nanos Research, el Partido Conservador (PC), el principal grupo de la oposición, tiene ahora una ventaja de 5 puntos porcentuales sobre el Partido Liberal (PL) de Trudeau, y su líder, Erin O'Toole, gana día a día popularidad entre los votantes.

Nanos Research señaló que, de producirse hoy la votación, los conservadores de O'Toole obtendrían un 35.7 % de los votos, mientras que los liberales se quedarían en segundo lugar con el 30.7 %.

La encuesta, que incluye datos recopilados hasta la noche del jueves, tiene un margen de error del 2.8 %.

Cuando Trudeau convocó elecciones anticipadas de forma inesperada el pasado 15 de agosto, la situación en las encuestas era la inversa: los liberales estaban por delante en intención de voto con un 33.4 % de apoyo, mientras que los conservadores se situaban en el 28.4 %.

Todo apunta a que es el propio Trudeau el principal responsable de la falta de interés del electorado canadiense en renovar su mandato, a pesar de que hasta ahora la gestión que su Gobierno ha realizado de la pandemia y de la crisis económica contaba con la aprobación de muchos ciudadanos.

Trudeau todavía no ha sido capaz de explicar de forma convincente por qué decidió disolver el Parlamento y convocar comicios anticipados solo dos años después de las últimas elecciones.

Durante una rueda de prensa en plena campaña, volvió a ser cuestionado este viernes por los medios de comunicación sobre los motivos para disolver el Parlamento y convocar una elección que algunos tachan de irresponsable.

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Trudeau evitó el fondo de la cuestión y perdió una vez más la posibilidad de aclarar la cuestión con una respuesta que no satisfizo a nadie.

Ante esa falta de respuesta, gana peso la idea de que la única razón de Trudeau para celebrar elecciones generales, que costarán centenares de millones de dólares en medio de la cuarta ola de la pandemia, es su ambición personal, como apuntan algunos críticos.

Otra encuesta de Nanos Research, y también dada a conocer hoy, señala que el 75 % de los canadienses no considera necesaria la votación del 20 de septiembre, especialmente porque costará unos 610 millones de dólares canadienses (487 millones de dólares estadounidenses) y será la más cara de la historia del país.

La encuesta indica que solo el 11 % de los canadienses creen que las elecciones anticipadas eran absolutamente necesarias.

A esto se añaden seis años en los que varios escándalos han dañado la imagen de Trudeau en temas como la reconciliación con la población indígena, la acogida de refugiados y la defensa de los derechos de las mujeres.

Victoria convincente en 2015

Cuando Trudeau llegó al poder en 2015, ganó las elecciones de forma convincente, con mayoría absoluta, al obtener 184 de los 338 escaños de la Cámara Baja del Parlamento.

La victoria de Trudeau, hijo de un primer ministro clave del país, el también liberal Pierre Trudeau, que gobernó entre 1968 y 1979 y posteriormente entre 1980 y 1984, no solo devolvió el histórico apellido a la Oficina del Primer Ministro de Canadá, sino que también rescató al Partido Liberal, considerado el partido "natural" del país, de su peor momento en la historia.

En las elecciones de 2011, el PL quedó diezmado con únicamente 34 diputados y algunos temían incluso que el partido estuviera a punto de desaparecer.

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Ya en los comicios de 2019, la estrella de Trudeau se empezó a apagar. A pesar del poco atractivo del entonces líder conservador, Andrew Scheer, el PC ganó el voto popular al obtener 6.2 millones de votos, frente a los 6 millones de los liberales.

Aunque tuvo más votos que los liberales, dadas las particularidades del sistema electoral canadiense de sufragio directo, el PC se tuvo que contentar con 121 escaños frente a los 157 del PL, lo que ha permitido a Trudeau gobernar en minoría desde entonces.

Con las encuestas de cara en agosto y otro líder conservador con escaso atractivo popular, Trudeau ha decidido jugársela con una apuesta que parecía segura para conseguir de nuevo la mayoría absoluta en el Parlamento. Una mayoría que, a menos que se produzca un vuelco espectacular de última hora, está ahora totalmente descartada.

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