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En el caso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica José Concepción Jiménez, responsable de la Osteoteca del Instituto y quien encabeza una investigación sobre cuerpos momificados que serán exhibidos próximamente, el manejo de los restos humanos tiene que ser estrictamente científico y de divulgación: “Si vamos a exponer algo tiene que ser bajo un guion museográfico que aporte información sobre las investigaciones antropológicas que se han hecho a estos cuerpos para quitarles todo el morbo. Hay que cuidar el contexto para que la exposición sea agradable al público y que no resulte morbosa”.
Comenta que en el país existen diversos espacios que exhiben cuerpos momificados, pero no siempre queda claro sus criterios éticos o bioéticos. “Desde el INAH creo que es importante que exhibamos estos cuerpos porque forman parte del patrimonio de la nación y la gente lo tiene que conocer, pero siempre hay que presentarlos en un contexto de investigación”, dice.
Añade que “si alguien tiene, como pasa mucho en México, una momia y quiere exponerla en la casa de un amigo o en una fiesta, pues ahí ya no hay ética ni bioética. Simplemente es gente que tiene un poder económico para comprarlas ilegalmente y presumirlas a sus amigos, como se hacía antes con las momias de Egipto”.
En el mundo si bien hay museos que ya no permiten la exhibición de cuerpos humanos por ser inhumano e inapropiado, hay otras propuestas, como la del famoso doctor Gunther von Hagens, que inauguró un museo en Berlín, donde el visitante puede apreciar los cuerpos plastinados de humanos que han dado la vuelta al mundo en una muestra itinerante.
Según el Consejo Internacional de Código de Ética, si “es ocasionalmente necesario utilizar restos humanos y otros materiales sensibles en exhibiciones interpretativas; se debe hacer con tacto y con el respeto para los sentimientos de dignidad humana para cualquier persona...”.

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