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La empresaria estadounidense Elizabeth Parrish es probablemente una de las pocas mujeres de mediana edad a las que no les importa confesar sus 45 años de edad, aunque tiene un aspecto envidiable y luce, por lo menos, 10 años menor. ¿Cuál es su secreto?

A decir del sitio británico, por increíble que parezca, su secreto no está en seguir una buena alimentación, no fumar, apartar el alcohol o hacer ejercicio físico; al menos no solo en eso, se debe a un tratamiento antienvejecimiento que ha desarrollado su propia compañía, una biotecnológica afincada en Seattle, Washington, que se llama BioViva.

En 2015, Parrish tomó un avión de Seattle por la soleada Colombia, en donde, en un lugar indeterminado que no ha trascendido y sin supervisión, recibió inyecciones de dos terapias génicas experimentales. Una de ellos tenía como objetivo alargar sus telómeros, una pequeña estructura que protege los extremos de los cromosomas.

Dichas estructuras tienen la clave del cáncer y el envejecimiento y se sabe que cuanto más cortos sean, más riesgo se tiene de sufrir una enfermedad de cáncer y los males relacionados con el paso del tiempo. Por lo tanto, mientras más largos sean mejor para nuestra salud.

El segundo tratamiento, según el sitio mencionado, estaba dirigido a incrementar la masa muscular, inhibiendo una proteína llamada miostatina. La pérdida de músculo es uno de los signos típicos del envejecimiento y lo que aumenta la fragilidad al cumplir años.

Gracias a ello, Elizabeth Parrish estableció su compañía en Estados Unidos y se convirtió en la paciente 'cero' de un ensayo clínico muy peculiar, que no sólo ha esquivado los controles y requisitos exigidos a la comunidad científica cuando desarrolla un fármaco nuevo, sino que cuenta solo con un único voluntario como conejillo de Indias y ha aceptado probar en su cuerpo una terapia que sólo se había probado antes en ratones.

Uno de sus asesores, el profesor George Martin, director del Centro para la Investigación del Alzhéimer de la Universidad de Washington, anunció su dimisión al enterarse de la maniobra. Sin embargo, Parrish mostró los primeros resultados de su investigación pseudocientífica: los telómeros de sus glóbulos blancos, los guardianes del sistema inmune, han crecido en una proporción que puede interpretarse como un rejuvenecimiento de veinte años.

Como resultado de su anuncio, en el mejor de los casos, y mientras no se pueda demostrar lo contrario, significaría que las defensas naturales de su organismo son más eficaces que las de su edad real. Sin embargo, los datos son preliminares y hay que esperar a conocer otros marcadores de envejecimiento, según la empresa, quien pretende convertirse en una primera piedra para un futuro ensayo clínico con otros voluntarios.

El elixir de juventud que se ha inyectado Parrish, de acuerdo con el sitio, no es una pócima cualquiera. La empresa biotecnológica de Seattle se ha inspirado en las investigaciones de centros de investigación de Europa y de Estados Unidos, quienes no están de acuerdo con la forma de actuar de la compañía estadounidense.

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