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Steve MacKeown tiene una teoría: “En un mundo lleno de estrés y ansiedad la gente desea asociarse con las cosas que los hacen felices y la decoración navideña evoca memorias felices de la niñez”. Y por eso, el psicólogo afirma que la gente que desea poner su arbolito y luces de navidad con mucha anticipación es probable que sean mas felices que los que no.

De acuerdo con McKeown, las decoraciones navideñas son señales visuales que nos regresan a la alegría de la niñez, así que tenerlas en casa antes de la temporada extiende esa alegría que sentíamos de niños.

El psicólogo también resalta el elemento de nostalgia que mueve a la gente a poner decoraciones de navidad “ya sea para revivir la magia o para compensar las carencias que vivieron”.

Según un estudio publicado en The Journal of Environmental Psychology, aquellos que no pueden esperar a poner el arbolito o colgar las medias en sus chimeneas antes de Acción de Gracias, podrían estar tratando de parecer amigables.

El estudio revela la relación entre decorar la casa para navidad y parecer más sociable en la cuadra. Así personas que no tienen muchos amigos se integran al espíritu de celebración de la comunidad y a las actividades sociales de los vecinos.

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