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La anfetamina se sintetizó por primera vez en Alemania en1887 y se utilizó médicamente en1934 cuando fue comercializado como un descongestionante.

Bajo el nombre comercial de Benzedrina, la anfetamina se utilizó para el tratamiento de la epilepsia, la enfermedad de Parkinson, la fatiga, la depresión, la esquizofrenia, el alcoholismo, migraña, mareo e hipo persistente.

Durante la Segunda Guerra Mundial la anfetamina y metanfetamina (una sustancia química similar) se les ofrecían a los pilotos de bombarderos para mejorar su rendimiento en misiones prolongadas, aumentar la confianza, la agresión y elevar la moral.

En la década de los 50’s estos estimulantes fueron utilizados por comúnmente por conductores de camiones, estudiantes, amas de casa y atletas, para dar energía adicional y promover la vigilia y más tarde se dio uso para cuestiones relacionadas con déficit de atención e hiperactividad, narcolepsia, depresión y obesidad.

Cuando se descubrieron las propiedades adictivas de la anfetamina, se comenzó a controlar y regular su distribución e uso.

Es entendible que el abuso en el consumo de cualquier droga provoca daños y los efectos de las anfetaminas como señala un artículo publicado por , es uno de los más serios.

En este se argumenta, que las anfetaminas son un poderoso estimulante que da sentido de alerta y bienestar y hace desaparecer la fatiga y el hambre, por lo que su uso se vuelve recurrente.

Sin embargo, los efectos repercuten en un incremento de la presión arterial, dolor de pecho, insuficiencia cardiaca, convulsiones, disfunción eréctil, insomnio, taquicardia, acné, visión borrosa, pérdida de apetito y de peso.

Los efectos en la personalidad del adicto a este medicamento son altamente agresivos. Con frecuencia se producen cambios de estados de ánimo, irritabilidad, comportamientos obsesivos, aprehensión y desórdenes mentales tales como la paranoia e inclusos la psicosis.

Algunas personas sufren de alucinaciones que pueden provocar comportamientos violentos.

La adicción es un grave riesgo, si las anfetaminas se toman en forma recreativa, pero en dosis terapéuticas y bajo un estricto cuidado médico son muy bajas las posibilidades de convertirse en adicción, señala un artículo publicado por

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