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Un ataque cambió para siempre nuestra relación con la vida salvaje. El 13 de agosto de 1967, el patrullero Bert Gildart recibió una mala noticia: un oso grizzly había matado a dos personas en Granite Park.

El diario “The Washington Posty señala que ambas víctimas eran mujeres de 19 años de edad. Los ataques que se suscitaron hace 50 años cambiaron la manera en que los humanos se relacionaron con “los depredadores más grandes del continente”.

Desde entonces, las autoridades de Yellowstone implementaron medidas cautelares e investigaban por qué los osos habían tenido ese comportamiento, si desde 1910 no se registraban muertes humanas.

Los expertos encontraron que la basura y la presencia humana en su hábitat hicieron que los osos atacaran. “El Parque Nacional de los Glaciares registraba sólo 110 mil visitantes entre 1910 y 1920, pero a finales de 1960 recibió a casi un millón de personas al año”, explican los investigadores al diario estadounidense.

Había tantos visitantes en el parque, que la basura se acumulaba en barrancos. Los osos buscaban alimento entre los tambos de basura y cada vez era más natural para ellos ver a gente cerca. Comenzaron a asociar el alimento con las personas y por eso se incrementaron los ataques.

Como respuesta a los incidentes, los cazadores comenzaron a matarlos. Junto con la destrucción de su hábitat, los osos grizzly se declararon en peligro de extinción en 1973, cuando sólo quedaban 136 ejemplares en Yellowstone.

En junio de 2017, el Departamento de Interior de Estados Unidos anunció la salida del oso grizzly de la lista de especies amenazadas. Luego de 40 años de esfuerzos de conservación, la especie alcanzó los 700 ejemplares en Yellowstone. En el Parque Nacional de los Glaciares viven cerca de mil.

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