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México y Estados Unidos viven momentos de tensión en materia económica y migratoria. Por un lado, la renegociación del Tratado de Libre Comercio; por otro, la amenaza de Donald Trump de construir un muro fronterizo más alto entre los países.

Sin embargo, la gastronomía es un puente de unión para mexicanos y estadounidenses. La Oficina de Turismo de Texas presentó la muestra culinaria “Texas con el Sazón de mi Tierra” para resaltar la historia en común entre ese estado y México.

El estilo gastronómico Tex-Mex nace como resultado de “dos comunidades que un día fueron la misma”, señala Claudia Prieto.

¿Pero, qué elementos comparte esta fusión gastronómica?  Los antecedentes datan desde el siglo XIX. En la frontera sur de Estados Unidos se compartía el cabrito, la barbacoa y la machaca, alimentos característicos de los estados norteños de México, como Monterrey y Tamaulipas.

Sin embargo, se diferencian por el tipo de queso (amarillo vs quesillo). Además, la comida texana no es tan picante como la mexicana y tiene una presencia fuerte del comino y la cebolla.

Carla Ponce, representante de la Oficina de Turismo de Texas, quiere romper con el mito de que la comida texana es chatarra o “fast food”. “La cocina Tex-Mex va más allá de los tacos de carne con queso amarillo o el chili con carne; actualmente este tipo de platillos se han reinventado para colocarse a la altura de cualquier otro tipo de cocina en el mundo y romper el estigma de que es una especie de comida rápida de mala calidad”, explica.

La cocina Tex-Mex ha traspasado fronteras. En París, Francia, el primer restaurante de este estilo se abrió en 1983. Bélgica, Canadá, Colombia y España también cuentan con restaurantes donde se puede degustar el pollo frito con guacamole, el burrito brisket, nachos o las costillas BBQ.

“En el estado de Texas creemos que la comida nos une. Somos dos países hermanos y nuestra comida ha sido un punto fundamental. Esta fusión gastronómica, traspasa fronteras”, señala Carla.

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