Duolingo, la popular aplicación de aprendizaje de idiomas con más de 500 millones de usuarios globales, atraviesa una crisis de reputación y rumbo estratégico tras anunciar la creación de 148 nuevos cursos impulsados exclusivamente por .

Este despliegue masivo de contenidos automatizados se produce apenas días después de que la compañía confirmara el despido de numerosos empleados, muchos de ellos responsables de haber consolidado el prestigio y la calidad pedagógica de la plataforma.

La medida, lejos de ser celebrada, ha generado incomodidad y desconfianza en una comunidad que hasta ahora valoraba el toque humano en su experiencia de aprendizaje.

El equipo ejecutivo de Duolingo justificó la decisión como parte de una evolución tecnológica inevitable. Según su comunicado oficial, en los 12 años previos se necesitaron esfuerzos prolongados para desarrollar poco más de 100 cursos, mientras que gracias a la IA generativa lograron crear casi 150 en apenas un año.

Para la empresa, esto representa eficiencia y escala; para muchos usuarios, representa una traición al modelo educativo que valoraban.

El contraste entre la promesa tecnológica y la pérdida de humanidad en la interfaz pedagógica ha sido el núcleo del malestar que se ha extendido rápidamente en redes sociales y foros especializados.

El contexto de esta transformación se complica aún más por un factor externo: el lanzamiento de “Little Language Lessons”, una iniciativa de que también utiliza inteligencia artificial para la enseñanza de idiomas. Aunque aún en etapa experimental y sin app independiente, el proyecto de Google entra justo cuando Duolingo se encuentra más vulnerable ante las críticas.

Con el respaldo de la marca Google, su enfoque transparente y sin despedidos de por medio, muchos observadores perciben que esta alternativa tiene el potencial de convertirse en una amenaza real para la hegemonía de Duolingo en el sector.

En ese sentido, la llegada de Google a este mercado no parece una coincidencia, sino un movimiento quirúrgico. Mientras Duolingo enfrenta el reto de justificar su viraje tecnológico ante una comunidad en alerta, Google ofrece una opción nueva, moderna, sin el lastre reputacional de los despidos.

Little Language Lessons ya opera con 22 idiomas, y si bien aún no ha entrado en la arena comercial a gran escala, su sola presencia es suficiente para reposicionar el terreno competitivo. Las cartas han sido jugadas: Duolingo apuesta todo a la IA, Google entra con una estrategia de timing impecable y los usuarios, ahora, tienen motivos para explorar nuevos caminos.

La IA no entiende aún a los humanos

El caso de Duolingo encapsula una tensión que cada vez se vuelve más evidente en la era de la automatización: ¿puede una empresa conservar su esencia cuando reemplaza el factor humano por algoritmos? En la teoría empresarial, la respuesta suele ser sí, mientras los resultados se mantengan.

Pero en productos educativos, donde la interacción, la empatía y la personalización han sido claves del éxito, la sustitución masiva de profesionales por inteligencia artificial puede ser vista como una fractura más profunda que una simple reducción de costos.

La reacción negativa no solo responde a una cuestión ética. También es estratégica. Los usuarios no están rechazando la IA per se; lo que cuestionan es la forma en la que se implementa: sin gradualidad, sin consultar a su comunidad, sin validar si esos 148 cursos generados en tiempo récord mantienen el rigor pedagógico de los anteriores.

El riesgo de que la app se convierta en un archivo masivo de ejercicios impersonales es real. Y en un entorno en el que la enseñanza personalizada gana terreno, ofrecer una experiencia homogénea, desprovista de sensibilidad cultural o lingüística, puede ser un error fatal.

En paralelo, Google observa, actúa y toma posiciones. A diferencia de Duolingo, no necesita justificar despidos ni ofrecer disculpas.

Ha entrado limpio al juego y, con la fuerza de su infraestructura y ecosistema digital, puede desarrollar una plataforma robusta en muy poco tiempo.

Si Duolingo no encuentra la manera de contener la crisis —y sobre todo, de recuperar la confianza de su base de usuarios leales—, no solo perderá ventaja frente a Google: podría ver cómo su comunidad migra a un entorno más estable, mejor financiado y sin manchas reputacionales.

El aprendizaje de idiomas no es una industria que perdone fácilmente la improvisación. Requiere compromiso, precisión cultural y respeto por el proceso del usuario.

Si Duolingo apuesta por la eficiencia algorítmica sacrificando esos pilares, podría haber cavado —como muchos ya advierten— la tumba de su propia relevancia. La pregunta no es si la IA debe usarse, sino cómo y con qué ética. Y, sobre todo, si el usuario será un número en la base de datos… o el centro del aprendizaje.

Google News

TEMAS RELACIONADOS