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Hace 62 años, una mujer afroamericana se enfrentó al racismo estadounidense de manera implacable. El 1 de diciembre de 1955, la costurera Rosa Parks salió del trabajo y abordó un autobús para ir a casa.

Cuando el transporte se llenó, el conductor le ordenó ceder su asiento a un pasajero blanco. Parks inició una revolución silenciosa al negarse a tal indicación.

Rosa estaba harta de la humillación y se negó a renunciar a su asiento. "Sentí que tenía derecho a quedarme donde estaba", dijo. "Quería que este conductor en particular supiera que éramos tratados injustamente como individuos y como personas".

La mujer de 42 años fue arrestada ese día por violar una ley de Montgomery, Alabama, que exigía la segregación racial de los autobuses públicos.

“Los 10 asientos delanteros estaban permanentemente reservados para los pasajeros blancos; diagramas conservados por el gobierno estadounidense indican que Parks estaba en la primera fila, después de esos 10”, señalan.

El activista Martin Luther King se enteró de lo sucedido y llamó a un boicot contra los autobuses de Montgomery. 17 mil afroamericanos mantuvieron la protesta por más de un año, hasta que el Tribunal declaró inconstitucional la segregación el 13 de noviembre de 1956.

Desde entonces a Rosa Parks se le conoce como "la madre del movimiento por los derechos civiles". Se dice que Rosa Parks ya conocía al conductor del autobús James Blake, una década antes le había pedido usar la puerta trasera y cuando se dispuso a subir arrancó velozmente.

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