Las autoridades de salud estadounidenses empezaron el miércoles a vacunar a los residentes de los asilos de ancianos contra el coronavirus, en momentos en que la enfermedad está resurgiendo en el país con tanta fuerza que California está acumulando bolsas para cadáveres y preparando morgues móviles.

A medida que avanzaba la campaña de vacunación, en Washington los legisladores continuaban las negociaciones para un paquete de ayuda económica que incluiría el pago de 600 dólares prácticamente a cada estadounidense. Al mismo tiempo, al parecer la segunda dosis de la vacuna no estará lista en Estados Unidos sino dentro de varios días.

Por otra parte, una tormenta invernal se cernía sobre el noreste del país, suscitando temores de que obstaculizaría la campaña de vacunación.

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En Florida, los habitantes de albergues para ancianos empezaron el miércoles a recibir sus vacunas, al día siguiente de que más de 2.000 personas recibieron la inoculación en Virginia Occidental. Habrá miles de vacunas más allí en los próximos días, y luego en otros estados también.

Los ancianos y las personas con dolencias crónicas son las más vulnerables al coronavirus y, junto con los trabajadores de la salud, estarán entre los primeros en recibir la vacuna. Los residentes de las casas ancianos conforman más de una tercera parte de las 300.000 muertes confirmadas de COVID-19 en Estados Unidos.

En Florida, cuya proporción de residentes de casas de ancianos es la segunda más alta del país después de California, reinaba la esperanza ante la llegada de la vacuna, pero también algo de ansiedad.

“Espero que esto me proteja del COVID”, comentó Vera Leip, maestra de escuela retirada, de 88 años de edad, en la casa de ancianos John Knox Village cerca de Fort Lauderdale. “No sé mucho del tema, pero prefiero no tener eso”.

En esa instalación no le obligó al personal aplicarse la vacuna y sólo 80 de sus empleados accedieron a hacerlo, indicó Mark Rayner, el director de servicios de salud del albergue. Reveló que muchos de los que se niegan a vacunarse son personas de raza negra y no confían en el sistema médico, dada la historia de experimentos médicos sobre afroamericanos en el país.

“Tienen miedo, siguen teniendo esa mentalidad a pesar de nuestros intentos de persuadirles”, manifestó Rayner.

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