Más de un millón de personas murieron por la pandemia de, originada a finales de 2019 en China y que se expandió por todo el mundo, y aumenta ahora de manera vertiginosa en India, que superó este lunes los seis millones de casos.

El mundo tiene grabadas en sus retinas las imágenes de fosas comunes en Brasil, una morgue improvisada en el Palacio de Hielo de Madrid y camiones frigoríficos con cadáveres en las calles de Nueva York.

En total, se confirmaron oficialmente 1.001.854 decesos en el mundo, de un total de 33.150.844 casos detectados, mientras que 22.746.058 personas sanaron, según el balance de la AFO el lunes por la mañana en base a cifras oficiales de las autoridades.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que las muertes por covid-19 podrían duplicarse y alcanzar los dos millones si no se mantienen medidas para evitar la propagación del virus.

A pesar de los confinamiento decretados en su momento, y luego flexibilizados, y otras decisiones adoptadas muchos países no han logrado frenar la pandemia, que está provocando desastrosas consecuencias económicas y ha atizado las divisiones políticas.

Las regiones más afectadas en número de decesos son América Latina y el Caribe (341.616 decesos, de 9.210.942 casos), Europa (230.063; 5.288.153) y Estados Unidos y Canadá (214.063; 7.268.105).

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Los países con más fallecidos son Estados Unidos (204.724), seguido de Brasil (141.741) e India (95.542).

Pero respecto a las muertes en relación con la población, Perú encabeza la lista (975 muertos por millón de habitantes), y le siguen Bélgica (861), Bolivia (671) y España (668).

Más allá de la frialdad de las cifras, la consecuencia más devastadora es el vacío dejado por quienes murieron, ya que muchos duelos tuvieron que hacerse sin que los familiares pudiesen acompañar a la víctima en el tramo final de la enfermedad, o siquiera despedirse de ella una vez muerta, a raíz de las medidas sanitarias.

"Ni en mis peores pesadillas me imaginé que me iba a pasar esto", dice Mónica, de 45 años, cuando recuerda que tuvo que certificar con su firma que el cuerpo que estaba por cremarse era el de su padre, Oscar Farías, que sucumbió en Buenos Aires el 27 de abril a los 81 años, sin haber visto siquiera el ataúd.

El 11 de enero China registró oficialmente el primer muerto por el Sars-CoV-2, virus responsable de la covid-19, que se propagó en un principio rápidamente en la provincia de Wuhan, donde fue detectado en diciembre.

En un mes, China registró más de 1.000 muertos, un balance más grave que el que dejó el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), que circuló en Asia en 2002-2003 y fue fatal para 774 personas.

A partir de febrero, el virus comenzó a provocar muertes fuera de China y su aceleración fue exponencial, primero en Europa, que ve llegar ahora una segunda ola, y luego en el continente americano, donde las cifras de casos y decesos se mantienen altas desde junio.

La respuesta gubernamental fue drástica en la inmensa mayoría de los casos. A mediados de abril, cerca del 60% de la población mundial, unos 4.500 millones de personas, llegó a verse afectada por algún tipo de confinamiento.

Las consecuencias económicas de este encierro, inédito en la historia, llegaron a todos los rincones del planeta.

Comercios cerrados, calles desiertas, aeropuertos vacíos, penuria de abastecimiento en mercados: el mundo no había vivido algo parecido.

En junio, el Fondo Monetario Internacional calculaba que el PIB iba a contraerse un 4,9% en 2020.

En un año, el sector aéreo ha perdido el 92% de su volumen de vuelos.

Los grandes eventos deportivos fueron interrumpidos, y los Juegos Olímpicos de Tokio aplazados hasta 2021, sin tener la certeza absoluta de que se puedan celebrar.

Con 6,1 millones de contagios, India podría sobrepasar en las próximas semanas a Estados Unidos (7,2 millones) y convertirse en el país del mundo con más casos oficialmente censados.

El país, de 1.300 millones de habitantes, alberga algunas de las ciudades más densamente pobladas del planeta, por lo que se esperaba que batiera récords en número de casos de covid-19.

Desde finales de agosto, el país ha confirmado entre 80.000 y 90.000 nuevos casos diarios, registrando así de los ratios más altos del mundo.

El domingo, el primer ministro, Narendra Modi, instó a la gente a continuar cubriéndose el rostro al salir de casa.

"Estas normas son armas en una guerra contra el coronavirus. Son herramientas potentes para salvar las vidas de los ciudadanos", insistió Modi durante su discurso mensual en la radio.

En Asia, donde se registraban menos de 100 muertos por día hasta mediados de abril, el alza es continua desde entonces, principalmente por la situación en India.

A nivel mundial, la curva se encuentra en una "meseta" desde principios de junio, con unos 5.000 muertos diarios según cifras oficiales.

Patrick Vogt, un doctor de Mulhouse, una ciudad del este de Francia que se convirtió en el principal foco en ese país en marzo, recuerda el terrible momento en que se dio cuenta de que el coronavirus estaba por todas partes.

Otros médicos comenzaron a enfermar, algunos murieron. No se trataba solo de una gripe, como habían creído, sino de una "enfermedad mortífera".

Diversos laboratorios del mundo están inmersos en la fabricación de una vacuna. El jueves, el grupo biotecnológico estadounidense Novavax anunció que inició en Reino Unido un ensayo clínico de fase final para su potencial inmunización.

Se trata de la undécima vacuna experimental del mundo que entra en la fase final de los ensayos clínicos.

El número de un millón de muertos por la pandemia del nuevo coronavirus es mucho mayor al de otros virus recientes, como la gripe A (H1N1) llamada "porcina" que en 2009 causó oficialmente 18.500 decesos, pero menor al de la terrible "gripe española" de hace un siglo.

La gran gripe de 1918-1919, conocida como gripe "española" (causada asimismo por un nuevo virus) fue una hecatombe: en tres "oleadas" causó un total estimado de 50 millones de muertos, según datos publicados al comienzo de los años 2000.

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