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Durante décadas, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue uno de los mayores aliados de los Boy Scouts de Estados Unidos. Pero el 1 de enero, la iglesia con sede en Utah asestará un nuevo golpe a la organización al retirar a 400.000 jóvenes para los cuales ha creado un programa global propio.

El cambio emociona y a la vez entristece a los miembros de la iglesia y a la vez podría precipitar a los Boy Scouts al borde de la bancarrota frente a una nueva oleada de demandas por abuso sexual.

El retiro de la iglesia significará que la membresía de los Boy Scouts se reducirá en un 18% con respecto al año pasado, y será la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que la cifra caerá por debajo de 2 millones. En su mejor momento, en los años de 1970, más de 4 millones de varones eran miembros de los Boy Scouts.

Wayne Perry, un miembro de la iglesia que fue presidente de la organización Boy Scouts of America y actualmente pertenece a la junta nacional, dijo que el fin de la venerable alianza obligará a muchos consejos regionales a despedir empleados y vender campamentos.

Sin embargo, espera que los Boy Scouts puedan recuperar con el tiempo al menos al 20% de los Scouts miembros de la iglesia que disfrutaron de la experiencia y quieren seguir obteniendo medallas al mérito en actividades que van desde los campamentos hasta los primeros auxilios y la educación ciudadana.

El nuevo programa de la iglesia combinará los campamentos y otras actividades al aire libre en las partes del mundo donde sea factible, pero no habrá uniformes ni oportunidades para alcanzar el grado de Eagle Scout, el más alto y codiciado, que durante mucho tiempo fue un hito crucial para los adolescentes en la iglesia.

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