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Louisville, nuevo epicentro de las protestas raciales en Estados Unidos, se prepara ante el peligro de que este jueves se reproduzcan los disturbios de anoche, en los que dos policía resultaron heridos de bala y hubo decenas de detenidos.

El joven que en la noche del miércoles disparó a los agentes durante las protestas raciales por el caso de Breonna Taylor, fue acusado hoy de dos cargos de agresión contra la policía.

El hombre, identificado como Larynzo Johnson, de 26 años, fue detenido anoche después del incidente y, según las autoridades de Louisville, ha sido acusado de catorce cargos de imprudencia temeraria y dos de agresión a un oficial de la policía. 

Según la citación judicial divulgada por el Departamento Correccional Metropolitano, con sus acciones Johnson demostró "una enorme indiferencia por el valor de la vida humana", poniendo a los agentes en peligro de muerte o de sufrir lesiones graves.

AGENTES SE RECUPERAN 

El alcalde de Louisville, el demócrata Greg Fischer, informó de que uno de los agentes heridos ha sido dado de alta este jueves del hospital al que había sido llevado, donde recibió tratamiento por la herida de bala que presentaba en una pierna.

Según Fischer, el otro policía se recupera del balazo que recibió en el abdomen, que requirió una intervención quirúrgica, pero sin que su vida corra peligro.

Los incidentes en los que los agentes resultaron heridos de bala se produjeron después de que centenares de personas salieran a las calles de Louisville -como ocurrió también en otras ciudades- para protestar porque un gran jurado decidió no acusar de asesinato a ningún policía implicado en la muerte de la afroamericana Taylor. 

Breonna Taylor, una operadora de emergencias médicas de 26 años, murió en marzo en Louisville por los disparos de un grupo de policías que, de noche y vestidos de paisano, irrumpió en su casa durante una operación antidroga y cuando ella estaba en la cama.

Según los testigos, los agentes entraron por la fuerza, sin identificarse, y respondieron con un tiroteo indiscriminado después de que Kenneth Walker, novio de Taylor, les disparara pensando que eran unos intrusos.

En la casa de la joven no se encontraron rastros de droga.

Desde entonces, su caso se ha convertido en un símbolo de la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos y contra la brutalidad policial que sufren los afroamericanos y que desde finales de mayo, con la muerte del George Floyd en Mineápolis, ha motivado protestas y disturbios en todo el país.

ESTADO DE EMERGENCIA 

El desencadenante de las protestas y disturbios violentos de la noche del miércoles en Louisville fue la decisión de un jurado investigador de no imputar de asesinato a ninguno de los agentes implicados en la operación antidroga en la casa de Taylor. 

Según el fiscal general de Kentucky, Daniel Cameron, tras una "exhaustiva investigación" el gran jurado no vio razones para acusar de asesinato a ninguno de los tres agentes que participaron en la operación, relacionada con un presunto caso de menudeo de drogas de un exnovio de Taylor. 

El agente acusado, Brett Hankinson, quedó en libertad tras depositar una fianza de 15.000 dólares, mientras que el jurado investigador encontró "justificada" la actuación de sus compañeros.

Las autoridades de Louisville mantienen hoy el estado de emergencia y el toque de queda entre las 9 de la noche y las 6 de la mañana que habían declarado en previsión de que la decisión judicial suscitase protestas.

Así mismo, los comercios y oficinas se preparan ante la posibilidad de que las protestas se reproduzcan esta noche con la colocación de paneles de madera en los escaparates y otras medidas de seguridad.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llamó al gobernador de Kentucky, el demócrata Andy Beshear, y le ofreció ayuda con el despliegue de agentes federales en Louisville.

En la actual campaña electoral, una de las consignas de Trump ha sido "ley y orden", presentándose como adalid de la lucha contra los disturbios raciales que vienen reproduciéndose periódicamente en el país, especialmente tras la muerte de Floyd en mayo pasado.

Por su parte, las autoridades de Louisville han insistido en sus llamamientos a la reconciliación para aplacar la ira de los manifestantes.

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