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Gilberto Molina Arcos

CIUDAD DE MÉXICO, abril 6 (EL UNIVERSAL).- Se cumplió un siglo del natalicio de la artista Leonora Carrington y su fecunda obra visual no ha sido lo suficientemente asimilada en México y en Inglaterra, su país natal; varios círculos académicos apenas muestran interés por conocerla. Estas fueron algunas de las conclusiones del panel internacional "Leonora Carrington a 100 años" que se llevó a cabo este jueves en la Biblioteca México.

Los ponentes recordaron que la artista llegó a México en 1942, en medio de la Segunda Guerra Mundial y después de haber estado internada en un hospital psiquiátrico, lo que marcaría su obra literaria y pictórica, aderezada de una herencia celta irlandesa.

El destino agregó el elemento México, su cultura prehispánica y el misticismo de la muerte que plasmó en ese mundo surrealista al que pertenecía, junto a personajes como André Bretón, Joan Miró, Pablo Picasso y Salvador Dalí, entre otros, a quienes conoció de la mano de Max Ernst, uno de sus amores de juventud.

A esa concepción artística, que algunos definieron como "radical y experimental", agregó deidades aztecas y mayas; el crisol de iglesias coloniales y el simbolismo de una herbolaria milenaria, fruto de pases interminables por el mercado de Sonora, adonde gustaba de llevar a sus visitas del extranjero.

La historiadora Laura Martínez Terrazas recordó que en la década de los 50, la crítica de arte Raquel Tibol dijo convencida que "México prefirió la pintura de manos femeninas", para ensalzar las obras de Carrington y Remedios Varo, una española exiliada como ella, y con quien tejió una amistad entrañable.

Gabriel Weisz, hijo de Leonora y director de la Fundación que lleva su nombre, enfatizó el gran recibimiento que le dio un país hasta entonces desconocido, donde se involucró de manera decidida en el movimiento estudiantil del 68, si bien esa solidaridad no permeó su trabajo.

Y sin embargo, dijo, "existe un silencio visual" de México hacia las pinturas de Leonora, no así en su legado literario, que ha sido más asimilado.
Nadie es profeta en su tierra

En Lancaster, Inglaterra, donde Carrington vio la luz en 1917, un grupo de catedráticos se ha dado a la tarea de rescatar su obra y devolverle identidad. El profesor Roger Shanon, de la universidad de Edge Hill, a unas ocho millas de donde nació Leonora, recuerda que él supo de su muerte en 2011, por un obituario publicado en un diario. "El nombre de Leonora Carrington no me era familiar, su historia tristemente era desconocida en el país en que nació", comentó.

A partir de una exposición montada en Dublín (Irlanda) en 2013 empezó, dijo, una especie de Re-lancasterización del personaje. El esfuerzo parece que ha valido la pena. En 2015 otra muestra sobre Carrington, en la Galería de Arte Moderno de Liverpool, recibió 16 mil visitantes, lo que duplicó el pronóstico. "Existe un nuevo interés sobre su obra", afirmó Shanon.

En México también se comparte el interés, pero se requieren fondos y voluntarios para difundirla, de acuerdo con los organizadores del panel internacional celebrado hoy jueves.

Entre los ponentes estuvieron, además, Whitney Chadwick, quien compartió andanzas de juventud con Carrinton, y la curadora de arte Tere Arcq. En el evento se recordó al fallecido Rafael Tovar y de Teresa, primer secretario de Cultura de México y quien nació, como Leonora, un 6 de abril, pero de 1954, cuando Octavio Paz describía que en el trabajo de esa mujer inglesa se conjugaban "imaginación y misterio".

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