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Fue en 1975 que un joven Steven Spielberg de 27 años presentó en los cines su segunda producción: Tiburón (JAWS) .

Escrita principalmente por el ahora aclamado director, en conjunto con su compañero Carl Gottlieb, la película, que retrataba los peligros marinos encarnados en un gigantesco tiburón blanco, se ha convertido en un clásico del cine.

Probablemente cuando vemos la cinta en la actualidad, notamos que la falta de tecnología convierte al monstruo asesino en una criatura un poco ridícula.

Pero, mientras se rodaba la película, a mediados de los setenta, el equipo tuvo algunos problemas con el tiburón mecánico. A eso podemos agradecer que la obra se convirtiera en maestra ya que mientras menos se veía a la criatura, más expectativa y temor creaba.

Por otro lado, por mucho que los biólogos se esfuerzan por dejar en claro que los tiburones no suelen ser tan devastadores como el cine lo aparenta, la fantasía de una película bien planeada sigue ganando la atención del público.

Sin duda lo que marcó este largometraje, y que muchos recordamos aún sin haberla visto, es la tensa melodía que suena cada vez que el peligro se acerca. Ese tun tun tun (que estoy segura acaban de tararear en su cabeza la tonada correcta) parece haberse enganchado en nuestros cerebros como una herencia de la cultura cinematográfica pop. Se trata de un efecto similar al rechinido que se escuchó en la película Psycho, de Alfred Hitchcock, en la escena de la regadera (sí, ya sé que nuevamente estás cantando).

Con esta excelente ejecución sonora, Tiburón consiguió cuatro nominaciones al premio de la academia. De ellos, ganó tres premios Oscar: mejor sonido, mejor score original y mejor edición.

Lo que sucedió es que el compositor, John Williams, decidió ir en contra de la corriente. Desde entonces ya estaba de moda incluir en la película un score que se convirtiera después en un soundtrack pegajoso que los jóvenes quisieran comprar y reproducir en casa. En vez de utilizar esta técnica, que sin duda hace crecer las ventas, Williams fue por sonidos más originales que le inyectaran tensión a la cinta.

Entendemos que los años han pasado y quizás las nuevas generaciones ya no se sientan tan atraídas hacia este clásico de los setenta. Pero, lo que no podríamos creer es que alguien no se sienta seducido por esa tonada amenazadora y decida entonar la melodía del gran tiburón, mientras emula una persecución terrorífica.

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