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Durante una reciente edición de su programa “The Big Podcast”, el exjugador de la NBA Shaquille O’Neal reveló públicamente que ha abandonado su flota de Tesla Cybertruck debido a problemas relacionados con la autonomía de carga.
O’Neal, una de las figuras más reconocibles del deporte estadounidense y consumidor habitual de vehículos de alta gama, señaló que la limitada eficiencia energética de los modelos de Tesla no se ajusta a sus necesidades de desplazamiento diario.
“Me gustan los Cyber Trucks, pero no dan suficiente... ¿cómo se dice? ¿milla eléctrica? Sí, millaje de carga”, expresó durante la conversación con el comediante Karlous Miller.
El exdeportista fue más allá al comparar directamente la experiencia de conducción entre sus Tesla y su nuevo Cadillac Escalade IQ, vehículo que adquirió recientemente durante una visita a Las Vegas.
Según relató, con el Escalade eléctrico no necesitó recargar durante cuatro días, a diferencia del Cybertruck, que incluso para trayectos urbanos cortos presentaba dificultades para conservar suficiente energía de retorno.
La autonomía estimada de 267 millas por carga en el Tesla Cybertruck resultó insuficiente para su rutina.
“Si voy al centro y regreso, el carro ya va a estar sufriendo para volver”, dijo entre risas.
La relación de O’Neal con Tesla fue inicialmente promovida por Effortless Motors, una compañía especializada en personalización de autos eléctricos, que lo asesoró en la compra de sus tres unidades Cyberbeast.
Esta colaboración ayudó a que Shaq superara su reticencia inicial hacia Tesla en 2024, cuando adquirió su primer Cybertruck. Sin embargo, tras meses de uso, el entusiasmo se desinfló frente a lo que él describe como un problema estructural: la falta de autonomía práctica frente a su estilo de vida activo y exigente.
El caso de Shaquille O’Neal trasciende el plano anecdótico. Al ser una figura de alto perfil mediático con gran influencia en el consumo de lujo y tecnología, su desencanto con Tesla podría tener repercusiones tanto en la percepción pública como en las decisiones de compra de consumidores similares.
Que un embajador no oficial de la movilidad eléctrica critique de forma abierta la autonomía de los vehículos de Elon Musk puede alimentar una discusión que ya preocupa al sector: la distancia entre la promesa tecnológica y la experiencia real del usuario.
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El poder del consumidor influenciador
Más allá de la anécdota, el testimonio de O’Neal expone una de las tensiones latentes en el mercado de vehículos eléctricos (EV): la distancia entre las cifras teóricas de autonomía y el rendimiento real bajo condiciones cotidianas.
Aunque Tesla ha dominado la narrativa de la innovación durante más de una década, testimonios como el de Shaq sugieren que los usuarios esperan más que diseño futurista: requieren autonomía práctica, eficiencia tangible y fiabilidad sin compromisos.
El hecho de que O’Neal haya optado por un Cadillac Escalade IQ —vehículo que representa el avance de General Motors en el mercado de lujo eléctrico— también refleja un giro en el equilibrio competitivo. Marcas tradicionales están demostrando que pueden rivalizar en tecnología, diseño y rendimiento, compitiendo directamente con los pioneros del sector. Esta migración simbólica de lealtades podría anticipar una segunda fase en la electrificación del mercado estadounidense, marcada por la diversificación y el retorno de la industria automotriz nacional como actor dominante.
Desde un punto de vista estratégico, la desafección de figuras públicas hacia Tesla también coincide con un momento complicado para la empresa. En medio de una competencia creciente y cuestionamientos sobre su servicio postventa y confiabilidad en regiones específicas, perder la confianza de consumidores de alto perfil puede tener efectos reputacionales importantes, especialmente cuando esos testimonios se difunden a través de medios masivos como podcasts, donde la autenticidad del mensaje es percibida como inapelable.
Lo que Shaquille O’Neal ha puesto sobre la mesa —quizás sin proponérselo— es un recordatorio poderoso: la movilidad eléctrica del futuro no depende únicamente de la innovación, sino también de la experiencia cotidiana del usuario. Cuando las promesas no alcanzan para cubrir las distancias del día a día, incluso los vehículos más vanguardistas pueden quedarse sin energía… y sin defensores.