Una de las costumbres más populares de la celebración de en y otras regiones del mundo es pedir dulces de puerta en puerta con la frase "truco o trato", o la variación "dulce o truco".

A finales de octubre, los habitantes se abastecen con bolsas de dulces para entregar en la Noche de Brujas a los niños que llegan hasta sus casas con creativos y terroríficos disfraces. En caso de no entregar los caramelos, los pequeños podrían tramar toda clase de bromas como revancha.

Al igual que la celebración de Halloween, el "truco o trato" tiene como antecedente las tradiciones de la cultura celta.

De acuerdo con la revista de la Smithsonian Institution, los celtas acostumbraban celebrar el fin de año durante el festival de Samhain disfrazándose de espíritus malignos para defenderse de los demonios que creían que regresaban a la tierra de los vivos.

Sin embargo, fue hasta la Edad Media que los niños y adultos en Gran Bretaña e Irlanda recorrían las calles pidiendo dinero y comida en las viviendas de los ricos a cambio de una plegaria a nombre de los muertos.

El dulce más popular era uno elaborado con canela, nuez, pasas y jengibre en forma de cruz para representar el alma de un difunto.

Con el paso de los años, los niños adoptaron esta costumbre que se conocía como "souling", pero pedían comida o dinero.

Fue en Irlanda donde se combinaron los disfraces y las andanzas de puerta en puerta y los jóvenes ofrecían canciones, poemas, chistes y "trucos" a cambios de frutas o dinero.

La costumbre llegó a Estados Unidos, junto con todas las celebraciones de , cuando migraron comunidades de irlandeses en 1840, durante la hambruna de la papa. Los nuevos habitantes siguieron con el popular "souling" y poco a poco se popularizó.

A inicios del XX, el "truco o trato" o "dulce o truco" era una de las costumbres más recurrentes entre los jóvenes que aprovechaban el Halloween para realizar travesuras.

Durante la Gran Depresión en Estados Unidos, se aprovechó esta costumbre para realizar acciones vandálicas y agresiones físicas.

En la posguerra se retomaron las costumbres de Halloween sin violencia ante el impulso de campañas publicitarias de las empresas que querían impulsar la industria. En los suburbios comenzaron a salir miles de niños para pedir dulces con la advertencia de "truco o trato", pero con bromas inocentes.

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