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Si alguna vez hubo vida en tuvo que ser en el antiguo lago del cráter Jezero. Para comprobarlo, el rover Perseverance ha estado recogiendo muestras de los sedimentos lacustres que, por lo que han visto los científicos, podrían contener restos de vida.

Un estudio publicado este viernes en la revista Science Advances y dirigido por un equipo de científicos de las universidades de California (UCLA) y Oslo (Noruega), ha demostrado que, en algún momento, el cráter se llenó de agua que depositó capas de sedimentos en el suelo del cráter.

Posteriormente, el lago se redujo y los sedimentos arrastrados por el río que lo alimentaba formaron un enorme delta y, con el tiempo, a medida que el lago desaparecía, los sedimentos del cráter se erosionaron, formando los accidentes geológicos visibles hoy en la superficie.

Según indica el radar del todos esos periodos de deposición y erosión en el cráter Jezero tuvieron lugar en varios eones (unidades geocronológicas) de cambios ambientales, lo que confirma lo que ya se había visto en las imágenes de Marte obtenidas desde el espacio.

"Desde la órbita vemos muchos depósitos diferentes, pero no podemos decir con seguridad si lo que estamos viendo es su estado original o el final de una larga historia geológica. Para saber cómo se formaron, tenemos que mirar debajo de la superficie", explica David Paige, de la UCLA y primer autor del artículo.

Con ese objetivo, desde 2021, este rover de la Nasa, equipado con siete instrumentos científicos, ha estado explorando el cráter (de 48 kilómetros de ancho), estudiando su geología y atmósfera y recogiendo unas muestras de suelo y rocas que serán traídas a la Tierra por una futura expedición para ser analizadas en busca de evidencias de vida pasada.

A veinte metros bajo la superficie

Entre mayo y diciembre de 2022, Perseverance se desplazó desde el suelo del cráter hasta el delta, una vasta extensión de sedimentos de 3,000 millones de años de antigüedad que, similar a los deltas de los ríos de la Tierra.

A medida que el rover se adentraba en el delta, el instrumento RIMFAX (Radar Imager for Mars' Subsurface Experiment) disparaba ondas de radar hacia abajo a intervalos de 10 centímetros y medía los impulsos reflejados desde profundidades de unos 20 metros por debajo de la superficie.

De esta manera, los científicos podían ver hasta la base de los sedimentos para revelar la superficie superior del suelo enterrado del cráter.

Tras años de investigación con radares de penetración en el suelo y pruebas del RIMFAX en la Tierra, los científicos han aprendido a leer la estructura y composición de las capas del subsuelo a partir de sus reflejos de radar.

La imagen del subsuelo muestra capas de roca que pueden interpretarse como el corte de una carretera.

Las imágenes RIMFAX revelaron dos periodos distintos de deposición de sedimentos intercalados entre dos periodos de erosión.

Según la UCLA y la Universidad de Oslo, el suelo del cráter situado bajo el delta no es uniformemente plano, lo que sugiere que hubo un periodo de erosión previo a la deposición de los sedimentos lacustres.

Las imágenes de radar muestran que los sedimentos son regulares y horizontales, como los que se depositan en los lagos de la Tierra y confirman la existencias de sedimentos lacustres, algo que se sospechaba pero no se había confirmado.

Un segundo periodo de deposición se produjo cuando las fluctuaciones del nivel del lago permitieron al río depositar un amplio delta que en su día se extendía hacia el interior del lago, pero que ahora se ha erosionado hasta acercarse a la desembocadura del río.

"Los cambios que observamos en el registro rocoso se deben a cambios a gran escala en el entorno marciano", explica Paige.

"Es genial que podamos ver tantas pruebas de cambio en un área geográfica tan pequeña, lo que nos permite extender nuestros hallazgos a la escala de todo el cráter".

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