El Día de Muertos es una de las tradiciones más emblemáticas de México, basada en la creencia de que las almas de los seres queridos fallecidos regresan para visitar su hogar.
Para recibirlos, las familias colocan ofrendas con alimentos, flores y objetos que les gustaban en vida. Sin embargo, no todas las almas llegan el mismo día, y las ofrendas varían según la edad y circunstancias del fallecimiento.
En muchos pueblos de México, el 31 de octubre se dedica a los bebés no nacidos y a los niños que fallecieron sin haber sido bautizados. Según la tradición católica, estas almas se encuentran en el limbo, un estado intermedio donde no fueron condenadas ni salvadas, y por ello se les honra de forma especial.
Comida sin picante, como dulce de calabaza, frutas, leche, agua, sal y caramelos.
Flores blancas, especialmente nube, que simbolizan la pureza.
Veladoras blancas, para guiar su camino.
Figuras de angelitos, que representan su inocencia.
Canastas con flores y zapatitos, como símbolo de su corta vida.
Juguetitos de barro pintado, para que puedan jugar como lo hacían en vida.
Pan de muerto en miniatura, tortillas pequeñas y fruta.
Estas ofrendas suelen colocarse en altares pequeños, delicadamente decorados, evitando elementos como alcohol o salsas picantes que se reservan para los adultos.
El 1° de noviembre, Día de Todos los Santos, se celebra la llegada de las almas de los niños fallecidos que sí fueron bautizados. No obstante, muchas familias comienzan a colocar sus ofrendas desde el 31 de octubre, como muestra de cariño y anticipación.
Comida sin picante, para cuidar su delicado paladar.
Flores blancas, que representan la pureza de los niños.
Dulces de alfeñique, figuras de azúcar con formas de animalitos, canastitas, zapatos y ataúdes.
Juguetes favoritos, para que jueguen como lo hacían en vida.
Pan de muerto miniatura, tortillitas, fruta y dulce de calabaza.
Agua, como símbolo de vida y para calmar su sed tras el largo viaje.
La tradición mexicana establece un calendario para recibir a las almas:
28 de octubre: Llegan los fallecidos por accidentes o violencia.
29 de octubre: Llegan quienes murieron ahogados.
30 de octubre: Llegan las ánimas olvidadas o sin familiares.
31 de octubre: Llegan los niños no bautizados y bebés no nacidos.
1° de noviembre: Llegan los niños fallecidos bautizados (Día de Todos los Santos).
2 de noviembre: Llegan los adultos fallecidos (Día de los Fieles Difuntos).
La tradición de Día de Muertos, con raíces prehispánicas y sincretismo religioso, sigue viva en los hogares mexicanos, donde cada altar es una muestra de amor, memoria y respeto por quienes ya no están.