— El presidente Donald Trump asistía el jueves al juego de los Yankees de Nueva York para conmemorar el 24º aniversario de los atentados del 11 de septiembre, horas después de honrar en el Pentágono la memoria de las víctimas.

El manager de los Yankees, Aaron Boone, comentó que incluso se esperaba que Trump pasara por el vestuario de su equipo, que recibía a los Tigres de Detroit.

"Me emociona ser parte del hecho de que él vaya a estar aquí", expresó Boone, quien confió en que él y el presidente tuvieran la oportunidad de "interactuar por unos minutos".

Una visita presidencial siempre provoca medidas de seguridad adicionales en los eventos deportivos, pero esta necesidad se volvió incluso más apremiante después de que el activista conservador y cercano aliado de Trump, Charlie Kirk, fue asesinado en Utah el miércoles.

El mismo jueves, cuando Trump asistió a la ceremonia de conmemoración del 11 de septiembre en el Pentágono, las autoridades trasladaron el acto al interior como medida de precaución adicional.

La presencia de Trump en el juego de los Yankees el 11 de septiembre recordó el lanzamiento ceremonial de la primera bola, efectuado por el presidente George W. Bush 24 años antes, cuando los Yankees jugaron contra los Diamondbacks de Arizona en la Serie Mundial de 2001. Fue un momento que llegó a simbolizar la resiliencia nacional, apenas unas semanas después de los atentados.

Desde los ataques, los Yankees y sus fanáticos han conmemorado el 11 de septiembre durante el séptimo inning cantando "God Bless America" además de la tradicional "Take Me Out to the Ballgame", y lo harían nuevamente el jueves.

Incluso antes de que Trump saliera de la Casa Blanca, la seguridad en el estadio era estricta. Cada entrada contaba con detectores de metales y agentes del Servicio Secreto, algunos con perros rastreadores, mientras helicópteros del Departamento de Policía de Nueva York sobrevolaban el estadio.

Las autoridades del parque abrieron las puertas tres horas antes del primer lanzamiento, y largas filas comenzaron a formarse incluso antes de eso, aunque la mayoría de la multitud parecía estar ingresando al estadio sin problemas. Los Yankees informaron que se "instaba encarecidamente a los poseedores de boletos a llegar lo más temprano posible".

El Servicio Secreto también publicó un comunicado en el cual informó que se necesitaría tiempo adicional. Pidió que los fanáticos "consideren dejar sus bolsas y mochilas en casa para ayudar a acelerar el proceso de revisión de seguridad".

La asistencia de Trump a la final masculina del Abierto de Estados Unidos en Queens el fin de semana pasado provocó filas de seguridad lo suficientemente largas como para que algunos fanáticos no llegaran a sus asientos sino hasta más de una hora después de que había comenzado el partido, a pesar de que los organizadores retrasaron su inicio en 30 minutos.

Las autoridades del Yankee Stadium instalaron vidrios de seguridad fuera de una suite de nivel superior en el lado de la tercera base, sobre el dugout de los Tigres. El nivel de servicio también se cerró a las 5:30 de la tarde para barridos de seguridad adicionales.

El juego es el octavo evento deportivo importante al que Trump asiste desde que regresó a la Casa Blanca en enero. Asistió al Super Bowl en Nueva Orleáns, a las 500 Millas de Daytona, a peleas de ka UFC en Miami y Newark, Nueva Jersey, a los campeonatos de lucha de la NCAA en Filadelfia, a la final del Mundial de Clubes de la FIFA en East Rutherford, Nueva Jersey, y al partido del Abierto de Estados Unidos el fin de semana pasado.

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