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El perihelio del cometa 3I/ATLAS generó curiosidad y hasta preocupación dentro de la ciencia y entre los fanáticos de la astronomía debido a que el cuerpo interestelar no se destruyó con el calor y la radiación solar y continúa surcando nuestro Sistema Solar, probablemente hacia la Tierra.
Avi Loeb, el astrofísico vinculado a la Universidad de Harvard que lo ha seguido de cerca y ha analizado cada movimiento desde que fue descubierto el pasado 1 de julio de 2025, apunta que el objeto interestelar debió haber reducido su masa tras pasar cerca del Sol, lo que debió generar, a su vez, una “enorme nube de escombros” que debería ser ya visible.
Los cálculos indican que, si 3I/ATLAS fuera un cometa convencional y no una nave extraterrestre como teoriza Loeb, su aceleración no gravitacional debería haber provocado la pérdida de al menos 15 % de su masa, generando una gigantesca nube de gas y escombros de más de 5.000 millones de toneladas, algo que aún no se ha detectado y que debería verse con facilidad desde los telescopios terrestres y las sondas en el espacio.
El científico explica en su blog que las próximas observaciones de noviembre y diciembre de 2025, cuando el objeto siga su trayectoria anómala por el Sistema Solar y alcance su punto más cercano a la Tierra, perigeo, el 19 de diciembre, serán cruciales para resolver el enigma sobre su origen y naturaleza.
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Si no aparece la esperada nube de desechos, la ciencia podría estar frente a una décima anomalía: una aceleración sin causa visible, un desafío directo a los modelos actuales de la física del espacio, explica Avi Loeb.
Desde que inició sus investigaciones en torno a este objeto, Avi Loeb ha enlistado nueve anomalías que lo hacen característico entre otros cuerpos de similar naturaleza y que levanta sospechas de ser en realidad una nave extraterrestre.
Entre las características más desconcertantes destacan su trayectoria retrógrada casi alineada con el plano eclíptico, un chorro orientado hacia el Sol que contradice la física de los cometas comunes, y una masa de núcleo mucho mayor que la de Oumuamua y Borisov, los dos objetos interestelares previamente conocidos.
Loeb también resalta que 3I/ATLAS parece haber ajustado su trayectoria con precisión, acercándose a Marte, Venus y Júpiter, al tiempo que se mantuvo fuera del alcance de observación directa desde la Tierra en su perihelio. Su composición química añade más misterio: posee una alta concentración de níquel y una escasa cantidad de agua, rasgos totalmente atípicos para un cometa natural.
Otra de sus rarezas es su polarización negativa extrema, un fenómeno nunca visto en otros cuerpos similares, y su procedencia desde una región coincidente con la famosa señal de radio “Wow!”, registrada en 1977. Finalmente, su brillo y tonalidad azul en el perihelio superaron a los de cualquier cometa observado hasta ahora, y es que se estima que pudo brillar mucho más que el Sol.
Loeb, junto a su equipo de investigadores del Proyecto Galilei, monitorearán la actividad del cometa 3I/ATLAS durante su acercamiento a la Tierra durante las siguientes semanas hasta la fecha clave del 19 de diciembre.
En otro informe que dio, Loeb apuntó que, en caso de que el cometa continuara su trayectoria intacto tras su perihelio, podría liberar minisondas para la investigación del Sistema Solar y de la Tierra, esto teniendo en mente de que es una nave controlada por inteligencia no humana como sugiere.
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