La sorprendente coincidencia orbital de 3I/ATLAS tras su perihelio ha intrigado a la ciencia, según afirma el , pero ¿por qué? ¿qué pasó con el cometa tras salir de su punto más cercano al Sol?

Un reciente análisis ha encendido la especulación científica y el debate en la comunidad astronómica: el objeto interestelar 3I/ATLAS, que cruzará el Sistema Solar en 2026, presenta una nueva anomalía que aumenta las sospechas de que en realidad se trate de una nave extraterrestre.

Según explica el profesor y astrofísico de la Universidad de Harvard, el 3I/ATLAS presenta una alineación tan precisa con el radio de Hill de Júpiter, la zona donde domina por completo la gravedad del planeta, por lo que algunos científicos como Loeb han sugerido una polémica hipótesis: ¿y si no se trata sólo de un cometa, sino de una posible nave interestelar, controlada por inteligencia no humana, con intenciones tecnológicas?

Esta pregunta ha sido planteada por Loeb desde que el objeto interestelar fue descubierto surcando nuestro Sistema Solar, proveniente desde algún punto lejano del universo profundo, el pasado 1 de julio de 2025, pero ante la pronunciación de la NASA con respecto a su origen, el experto ha sacado otras hipótesis que reafirmarían su teoría sobre tecnología alienígena.

Esto es lo que dice con respecto a la nueva anomalía y las probabilidades existentes, según sus cálculos, de que el 3I/ATLAS conquiste Júpiter con tecnología extraterrestre:

El radio de Hill de Júpiter, calculado para marzo de 2026, es de 53.5 millones de kilómetros, una región que contiene los puntos de Lagrange L1 y L2, conocidos por ser posiciones ideales para colocar satélites debido a su estabilidad gravitacional.

Según datos del sistema JPL Horizons de la NASA, 3I/ATLAS pasará el 16 de marzo de 2026 a una distancia cercana de 53.445 millones de kilómetros de Júpiter, prácticamente la misma distancia. La coincidencia, calificada como “extraordinaria” por Loeb, tendría una probabilidad estimada de 1 en 1.000, o incluso 1 en 26.000 si se considera la órbita completa del planeta.

La inquietud vinculada al 3I/ATLAS aumenta por un detalle adicional, dice Avi: la distancia mínima se vio modificada tras una aceleración no gravitacional registrada durante el perihelio del objeto. Ese ajuste, posiblemente causado por la expulsión de material o algún mecanismo todavía no explicado, modificó la trayectoria justo lo necesario para igualar el radio de Hill.

Para algunos, el momento del perihelio, cuando el objeto estaba fuera del alcance de observatorios terrestres y las sondas de las principales agencias espaciales, representa un escenario “ideal” para una maniobra si se tratara de un artefacto tecnológico.

Las hipótesis más especulativas plantean que esta alineación podría facilitar la liberación de dispositivos en la esfera gravitacional de Júpiter. Sin embargo, el enorme desafío técnico sería compensar la velocidad relativa: mientras el 3I/ATLAS viaja a casi 66 km/s, la velocidad de escape en esa región es de solo 2.2 km/s, lo que obligaría a cualquier dispositivo a usar motores propios para poder quedar en órbita del planeta.

Si algo así ocurriera, cualquier objeto artificial o nave extraterrestre colocada alrededor de Júpiter sería detectable y fotografiada, además de se capaz de verificar posibles transmisiones de radio por la sonda Juno, exactamente el 16 de marzo de 2026, según las predicciones, o por futuras misiones espaciales.

Si 3I/ATLAS no realiza ninguna acción perceptible en la Tierra durante su perigeo, el próximo cuestiona Avi Loeb: ¿significa que nuestro planeta simplemente no despertó el interés de una presunta civilización extraterrestre?

Esta idea, según el astrofísico vinculado a Harvard, “golpea el orgullo humano”. Después de todo, la mayoría de las estrellas son miles de millones de años más antiguas que el Sol, y un objeto interestelar podría tardar mil millones de años en atravesar la galaxia, suficiente para que su origen tecnológico, si lo tuviera, quedara oculto bajo polvo y hielo.

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