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¿Y si los objetos interestelares no fueran sólo rocas simples y cometas convencionales como lo ha planteado la ciencia en los últimos años? Esta pregunta ha estado incomodando a las principales agencias espaciales luego del descubrimiento del 3I/ATLAS y la revelación de toda la información que le rodea, incluido el monitoreo de su trayectoria hacia la Tierra.
Avi Loeb, especialista de la Universidad de Harvard, y quien ha estado trabajando en teorías sobre la naturaleza extraterrestre del 3I/ATLAS, ha encendido el debate de nueva cuenta con el planteamiento: ¿la humanidad y la ciencia deberían considerar que algunos objetos interestelares podrían tener origen tecnológico y que deben prepararse?
La pregunta dejó de ser ficción para muchos desde que el cometa 3I/ATLAS, un visitante cósmico proveniente de algún punto del universo profundo y que llegará a su punto más cercano a la Tierra (perigeo) el 19 de diciembre de 2025, comenzó a mostrar comportamientos extraños que no encajan del todo en la categoría de “cometa común” y se inclina más a un origen misterioso, alienígena afirman algunos.
Y aunque la mayoría de los expertos insiste en tratarlo como un objeto natural, algunos científicos como Loeb sostienen que ignorar dichas señales anómalas podría pasar factura a la humanidad: si 3I/ATLAS fuera tecnología avanzada, la humanidad no tiene un protocolo de acción, ni defensas, así como tampoco tiene idea de cómo reaccionar ante las circunstancias hasta ahora hipotéticas.
Esa falta de preparación ha hecho que Loeb y otros colegas con las mismas teorías sugieran que el primer encuentro, si llegara a ocurrir, obligaría al mundo a invertir miles de millones en sistemas de alerta, interceptores espaciales y misiones para analizar de cerca estos visitantes interestelares que podrían repetir la visita del 3I/ATLAS.
Pero hay un problema de fondo, dice Avi Loeb. La ciencia está actuando como si el tema estuviera cerrado y no haya posibilidades de que existan otras civilizaciones galácticas que tengan la capacidad de llegar a la Tierra.
Loeb señala que la Tierra y la ciencia espacial están perdiendo “oportunidades gigantescas”. El astrofísico explica que la ciencia es un proceso vivo, no un manual terminado; es investigación, incertidumbre, corrección y sorpresa continua. En su reciente blog, el experto hace referencia a Albert Einstein, que se equivocó más de una vez, y varias teorías populares han sido derribadas con el tiempo.
En torno a esto, apunta que la comunidad científica suele evitar riesgos reputacionales como negar la posibilidad de que el cometa sea realmente una nave extraterrestre y sólo se limita a divulgar sólo conclusiones seguras, dejando fuera del diálogo los errores, las dudas y las anomalías, lo que alimenta la idea de una ciencia rígida y exclusiva cuando, en realidad, ha avanzado gracias a todo lo contrario.
“Al ignorar estas anomalías, los expertos en cometas pierden oportunidades importantes”, dice el profesor de Harvard.
Otro punto que señala acerca del por qué los expertos no quieren estudiar más a fondo estos objetos y crear hipótesis sobre orígenes extraterrestres; según afirma, han decidido priorizar la búsqueda de microbios en otros mundos, destinando más de 10 mil millones de dólares a observatorios centrados únicamente en vida primitiva, mientras que la búsqueda de tecnología extraterrestre ha sido relegada a un segundo plano.
El argumento de quienes critican esta decisión es claro: aunque los microbios sean más comunes, las firmas tecnológicas son más fáciles de detectar. Algo tan simple como una estructura metálica, emisiones artificiales o patrones no naturales podrían revelar más que décadas de análisis biológicos.
En tanto, el interés del público está en otro lado. La idea de tecnología extraterrestre es lo que realmente emociona a la gente y la mantiene interesada en la ciencia, asegura.
El especialista señala que la búsqueda de inteligencia extraterrestre ha inspirado a una nueva generación de jóvenes a interesarse por la ciencia. Avi Loeb apunta que los correos, mensajes y solicitudes de estudiantes que quieren dedicarse a investigar el universo se han disparado en los últimos años.
Con 3I/ATLAS acercándose cada día más a la Tierra, la incógnita y la crítica principal del astrofísico se centra en: ¿la humanidad estaría preparada para lo que pueda venir o seguirá ignorando lo que verdaderamente importa?
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