A casi 30 años de la trágica muerte de la princesa Diana, nuevos testimonios arrojan luz sobre los verdaderos sentimientos de la reina Isabel II hacia su querida exnuera. Según revela el medio Radar Online, la monarca habría reconocido, momentos antes de fallecer en el Castillo de Balmoral, que se equivocó en la forma de tratar a Diana, cargando durante años con un profundo “sentimiento de culpa”.
En 1997, tras el fatal accidente en París que cobró la vida de Diana y de sus acompañantes, el heredero Dodi Al-Fayed y su conductor Henri Paul, miles de británicos se reunieron frente al Palacio de Buckingham para rendir homenaje a la princesa. Mientras el país lloraba, el silencio de la reina generó una ola de críticas y gran decepción por parte de sus seguidores a nivel internacional.
Durante cinco días, Isabel II permaneció sin pronunciar palabra acerca del fallecimiento de su exnuera y del accidente ocurrido en túnel del Pont d’Alma de París, lo que alimentó la percepción pública de frialdad e indiferencia.
Fue el 5 de septiembre de 1997, la soberana se dirigió a la nación en un mensaje histórico referente a la muerte de Lady Di, en el que dijo: “Todos hemos intentado sobrellevar la situación a nuestra manera”.
En su discurso, rindió tributo a Diana, describiéndola como “una persona excepcional, con calidez, talento y una sonrisa que inspiraba a todos”. Sin embargo, el daño a su imagen ya estaba hecho: muchos interpretaron su silencio como reflejo de una relación rota que tuvo orígenes en la separación de Diana y Carlos por la infidelidad de éste con Camila Parker Bowles.
De acuerdo con fuentes cercanas al palacio citadas por el medio, en su lecho de muerte, la reina Isabel II habría confesado sentirse culpable por la forma en que trató a Diana durante y después de su matrimonio con el entonces príncipe Carlos: “Lamentaba profundamente no haber mostrado más comprensión hacia ella”, reveló una fuente.
Isabel habría admitido que el divorcio real marcó un punto de inflexión que pudo haberse tratado de otra manera. Fuentes cercanas indican que la monarca creía que Carlos contribuyó al deterioro emocional de Diana y que las tensiones familiares reales aceleraron los eventos que condujeron a la trágica muerte de la princesa.
Entre los remordimientos que más pesaron en su conciencia, se encontraba el haber despojado a Diana del título de "Alteza Real" tras su divorcio. Esta acción la desvinculó oficialmente de la familia real, obligándola a hacer reverencias a su exesposo en eventos públicos, a pesar de los conflictos derivados de su matrimonio fallido.
Aunado a lo anterior, el palacio le retiró la seguridad personal. No obstante, Diana conservó el título de princesa de Gales y una indemnización aproximada de 26 millones de dólares, parte de la cual constituyó la herencia que dejó a sus hijos, William y Harry.
Las fuentes cercanas revelan que, con el tiempo, la reina reconoció que Diana merecía un trato más justo por parte de la monarquía y de su propio esposo. No obstante, fue en su lecho de muerte cuando admitió la posibilidad de que Carlos hubiera sido responsable de su fallecimiento: “Si Carlos no hubiera mantenido su relación con Camilla Parker Bowles, la historia habría sido diferente”, comentó un insider al medio estadounidense.
Los señalamientos con respecto a la frialdad de la familia real, y a los supuestos encubrimientos con respecto a la muerte de Diana, afectaron a Isabel: “Durante años, Isabel se sintió retratada como el polo opuesto de Diana: la frialdad frente a la emoción, la tradición frente al cambio”, señaló la fuente. “Pero con el tiempo reconoció que Diana tenía una conexión con el pueblo que ella nunca logró alcanzar”, agregó.
Antes de morir, la reina buscó redimirse dedicando especial atención a los príncipes William y Harry, hijos de Diana: se involucró más en sus vidas y procuró protegerlos del escrutinio que su madre había sufrido, detallaron las fuentes.
“Era su manera de compensar sus errores”. Cuando la reina finalmente falleció en Balmoral, en 2022, lo hizo en paz. Afirman los informantes que Isabel había admitido que se había equivocado con Diana, y tras ese reconocimiento pudo vivir en paz los días que le restaban.